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Pero otra edad humana vino, la Bastilla desapareció, cayó bajo los golpes de la piqueta revolucionaria, y sobre sus escombros se levantó grande y valerosa la columna de Julio. Al monumento del siglo XIII sucedió el monumento del siglo XVIII: el Capitolio se levantó sobre la roca ensangrentada del monte Tarpeya. La figura que remata ese monumento, es el genio de la Libertad.

Entre los poetas, que, en los últimos años del reinado de Carlos II, y luego hasta principios del siglo XVIII, escribieron para el teatro, ocupa el lugar preeminente Bances Candamo, á quien ya conocemos por el libro anterior.

A mediados del siglo XVIII esta procesión de Vía-Crucis comenzó á decaer de visible manera por muchas y diversas causas, desapareciendo luego muchas de las cruces que se alzaban en el camino en 1816, y otras posteriormente, cuando ya estaba por completo en desuso la práctica de recorrer esta famosa Vía-sacra.

En su casa se sabía dar el aristocrático barniz clerical de alto tono del siglo XVIII. Bastaba echar una rápida mirada sobre su pequeña librería de amateur, para conocer los finos gustos del hombre.

Tras tamaño absurdo se comete otro no menos deplorable, trastornando completamente la cronología, y cometiendo lastimosos anacronismos, como el usar de la denominación de comedia heróica, peculiar sólo del siglo XVIII, y enteramente desconocida en la edad de oro del teatro español, ó á lo menos como una clase aparte, y en el sentido en que hoy se emplea, puesto que, al usarla, sólo se aplica á comedias que representan hazañas heróicas ó escenas bélicas.

En el siglo XVIII, haciéndose necesarias algunas reformas en el antiguo paseo, las llevó á cabo en 1764 el asistente don Ramón Larumbe; el cual coronó su obra levantando al final de la Alameda dos ridículas columnas, parodia de las puestas por el conde de Barajas, las cuales remataron en dos leoncillos de piedra, al pie de los que su señoría, deseando perpetuar la memoria del trabajo, hizo grabar estas líneas, ya casi borradas hoy: « NO=8=DO Reinando en España la católica magestad de don Carlos III, siendo asistente de esta ciudad el señor don Ramón de Larumbe del orden de Santiago, del consejo de S.M., intendente general del ejército de los cuatro reinos de Andalucía y superintendente general de rentas, se acabó la obra de la cañería de la fuente del Arzobispo en 28 de Enero de 1764 y la distribución de su agua consiste en el pilar del arzobispo, la de la fuente de Córdoba, seis pilas de esta Alameda y la de san Vicente y de gracia al convento de esta de capuchinos, hermandad de san Hermenegildo, san Basilio, Belen y san Francisco de Paula y se pone esta lápida en virtud de acuerdo del ilustre cabildo de la ciudad, habiendo sido diputado de esta obra el señor veinticuatro don Juan Alonso de Lugo y Aranda

Referir aquí menudamente los autos de fe hechos por la farisáica Inquisicion contra los judíos en los siglos XVI, XVII i XVIII no es mi propósito, porque á mas de lo dificultoso de la empresa vendria á caer en prolijidad, i así solo me contentaré con citar aquellos en que salieron á recibir la muerte algunas personas principales, ó algunas que desafiando las iras del tribunal persistian al morir en su lei.

A mediados del siglo XVIII, cuando España se metía en su caparazón, renunciando a lejanas guerras y nuevas colonizaciones, y se extinguía por falta de ambiente la fría crueldad religiosa, era cuando florecía el torero. El heroísmo popular necesitaba nuevos caminos para subir hasta la notoriedad y la fortuna.

CAP. XVIII. De la Relacion que diò de Efquivèl. Efta cuenta toda diò Figueroa por la relacion que de Efquivèl havia fabido, i afi de mano en mano llegò

Lo más notable de esta explanada era la artillería, una cantidad de cañones del siglo XVIII que estaban allí decorativamente, como las armaduras que adornan un salón... A ambos lados de la puerta del Palacio se alineaban seis piezas enormes y magníficas, fundidas en un bronce verde de estatua y cinceladas como obras de museo.