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CAPÍTULO XVII. No son todos ruiseñores. Los ramilletes de Madrid. La noche de San Juan. El mayor imposible. El acero de Madrid. La hermosa fea. Otras comedias. Comedias religiosas. El Cardenal de Belén. San Nicolás de Tolentino. El animal profeta. Otras comedias de la misma clase. 151 CAPÍTULO XVIII. Autos, entremeses y loas de Lope de Vega. 177 CAPÍTULO XIX. Poetas dramáticos valencianos.

Tienen sus tierras lejos; hoy Infantes carece de población rural; entonces tampoco la tenía. Las clases directoras poseían sus haciendas en término de la Alhambra. Contaba entonces la Alhambra con una población densa de caseríos y granjas. Todavía en el siglo XVIII, según el censo de 1785, ordenado por Floridablanca, eran veinticuatro las granjas situadas dentro de los aledaños de la Alhambra.

CAP. XVIII. En el cual se contiene cómo Inca Yupanqui Pachacuti juntó los suyos, en la cual junta les mandó que todos se aderezasen con sus armas para cierto dia, porque queria ir á buscar tierras é gentes que ganar é conquistar é sujetar al dominio é servidumbre de la ciudad del Cuzco; é cómo salió con toda su gente é amigos, é ganó é conquistó muchos pueblos y provincias, é de lo que en la tal jornada le acaeció á él y á sus capitanes. 130

Al fin del siglo XVIII, el moralista Sebastián Mercier declara que «en todas las casas burguesas de París se encuentran cuatro jóvenes casaderas por una casada

Los uniformes de gala de los servidores del templo eran todos del siglo XVIII, la última época de su prosperidad.

La reducción de las islas como hemos dicho, quedó ultimada en absoluto á principios del siglo XVIII. Pero, ¿qué quedó de aquella reducción? Una docena de peñascos deshabitados en su mayor parte, y un pequeño pueblo al cual había que atender con cuantiosas sumas, á fin de darle vida al par que actividad y movimiento.

CAP. XVIII. De la Relacion que diò de Esquivèl. Esta cuenta toda diò Figueroa por la relacion que de Esquivèl havia sabido, i asi de mano en mano llegò

Era una niña de blanca peluquíta, vestida de mujer, con la falda plegada y los grandes ahuecadores de las damas del siglo XVIII. Estaba junto a una mesa, al lado de un búcaro de flores, y sostenía con la exangüe diestra una rosa igual a un tomate, mirando ante ella con ojillos porcelanescos de muñeca.

Hasta los últimos tiempos se ha observado esta práctica, haciéndola extensiva á los teatros, que en el siglo XVIII se edificaron en el lugar ocupado por los antiguos.

De esta suerte se formó un partido en el primer cuarto del siglo XVIII, que se propuso reformar metódicamente el teatro español, tomando el francés por modelo. La primera señal de vida de esta parcialidad fué la traducción del Cinna, de Corneille, hecha por el marqués de San Juan, y publicada en 1713.