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¿La pequeña Irma, que tenía las manos tan rojas y la deplorable costumbre de pisar los moñigos de vaca? La pequeña Irma es ahora una joven que vuelve de Santa Clotilde con todos los diplomas y tan hecha a las buenas maneras, que desprecia soberanamente a los aldeanos, empezando por el bueno de su padre. Prefiero, entonces, la antigua Irma.

En vano aplico el oido: Enmudece la memoria, Y á mis cánticos de gloria No responde el porvenir; Que al descender al abismo La corteza de mi alma, No se verá ni una palma Sobre la frente lucir! Oh musa, vuelve otra vez A tu celeste morada, Que el abismo de la nada Pronto me va á devorar; Pero antes, rompe las flechas De mi carcax no vacio: Mi brazo perdió su brio, Y el arco se va á quebrar!

Luego, Catalina animose y, con voz casi irritada, prosiguió: Usted dirá lo que quiera, Juan Claudio, pero un peligro nos amenaza... , ; ya que esto no tiene para usted ningún valor... Pero, por otra parte, no era tampoco un sueño; era como una antigua historia que se reproduce, una cosa que se vuelve a ver en sueños y que se conoce.

¡Entrad, si os atrevéis! ¡El que cruce esos umbrales no vuelve a salir! ¡Atreveos, miserables! DON FARRUQUI

Ahora dobla como yo..., así..., una punta con otra... Bien, ahora tira otra vez..., más..., más todavía... ¡Basta!... Ahora vuelve a doblar..., tira otra vez... ¡Bastante!... Acércate ahora a ... Trae... Esto corre ya de mi cuenta... Vamos a otra... Toma las dos puntas..., sacude bien y estira... Ten cuidado que ésta tiene guarnición..., no vayas a romperla... Estas son las sábanas de mamá y María.

He oido hablar de ese Zadig, como de un hombre honrado; y si vuelve á Babilonia, mas de lo que os debe os dará; mas por lo que hace á vuestra muger, que no es tan honrada, aconsejoos que no hagais diligencias por volver con ella.

Han venido tantos señores esta noche que aquello es la bóveda de San Ginés. ¿Pues qué, se dan disciplinazos? Con la lengua... hablan por los codos, y todo se vuelve manotadas y perjuraciones. ¿Qué entiendes por perjuraciones? Decir, pongo el caso, señores, muramos por el Trono legítimo. ¿Y todavía están reunidos? Todavía. Pero di, ¿no ha venido esta noche la policía?

Pero salgámonos della; que aun con las relaciones ni los pensamientos no podemos los demonios pasealla, y vuelve los ojos a aquel edificio que se llama la Lonja , cortada del pernil de San Lorenzo el Real, diseño de don Felipe II, y a mano derecha della está el Alcázar, posada real y antigua de los reyes de Castilla, fértil albergue de la primavera, de quien es ilustrísimo Alcaide el Conde Duque de Sanlúcar la Mayor, gran Adtlante del Hércules de España, cuya prudentísima cabeza es el reloj del gobierno de su monarquía; que a no estar labrado el Buen Retiro , fábrica de inimitable ejemplar por el edificio, los jardines y estanques, tuviera este palacio sevillano la primacía de todas las casas reales del mundo, poniendo en primer lugar el real salón que la majestad del rey don Felipe IV el Grande ha copiado de su divina idea, donde todas las admiraciones vienen cortas, y las mayores grandezas enjaguadas . Más adelante está la Casa de la Contratación, que tantas veces se ve enladrillada de barras de oro y de plata . Luego está la casa del bizarro Conde de Cantillana, gran cortesano, galán y palaciego, airoso caballero de la plaza , crédito de sus aplausos y alegría de sus Reyes; que esto confiesan los toros de Tarifa y Jarama cuando cumplen con sus rejones, como con la parroquia . Luego está, junto a la puerta de Jerez, la gran Casa de la Moneda, donde siempre hay montones de oro y de plata , como de trigo, y junto a ella, el Aduana, tarasca de todas las mercaderías del mundo, con dos bocas, una a la ciudad y otra al río, donde está la Torre del Oro y el muelle, chupadera de cuanto traen amontonado los galeones en los tuétanos de sus camarotes.

Yo maldecía mi caridad; la caridad que tan feliz me había hecho, y que tan feliz había hecho a Amparo. Y me decía: «La caridad es una debilidad; la caridad es la manía de los imbéciles; la caridad se vuelve contra quien la practica. ¿Por qué sentí caridad hacia Amparo? Porque era un insensato

La otra serranía, formando á su turno otro arco, siempre convergente hácia el poniente, y reproduciéndose en un círculo y dos ramales, determina al este la formacion curiosa de Cuenca, con el valle marítimo de Valencia, y vuelve á bifurcarse en las cercanías de Alcaraz.