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Cállate, niño, cállate. Así es como se visten las damas, en verdad respondió el padre, que agregó, sin embargo, a media voz, dirigiéndose al señor Macey . La verdad es que eso le da un aspecto singular. Casi se parece a una botella de cuello corto con una gran pluma adentro. Ahí tenéis, a la fe mía, al joven squire que comienza a bailar con la señorita Nancy. Esa que está a vuestro gusto.

SEGUNDA POSICION. Se dobla toda la mitad superior del cuerpo, apoyando las manos sobre las rodillas, y se grita en alta voz. ¡Dios mui grande! TERCERA POSICION. Se vuelve á enderezar diciendo: Dios oye, cuando se le dan alabanzas. CUARTA POSICION. Postrándose, con las rodillas, manos, nariz y frente en tierra, se dice: ¡Dios mui grande!

Su semblante descompuesto por la ira estaba más feo que nunca; con la prisa que traía apenas podía respirar, y las primeras frases le salieron de la boca desmenuzadas por el enojo: «Ya, ya sabemos... ¡San Antonio!... bribona... parece mentira... ¡Ay, Dios mío!, si es para volverse loca...». Habló algunas palabras en voz muy baja con la Superiora, quien al oírlas puso una cara que daba miedo.

Aquel cadáver solitario de un hombre muerto por la patria no había encontrado todavía ni un pariente, ni un amigo, ni un camarada que se cuidase de él. No era D. Diego. La Condesa, después de examinarlo, alzó los ojos al cielo, cruzó las manos y rezó en voz alta el Padrenuestro, a cuya oración contestamos todos muy devotamente con El pan nuestro...

Los vecinos encontraban la broma sabrosa. En vez de desengañar á la pobre mujer, la enredaban más en ella. Fácil es que aunque tratasen de impedirlo no lo consiguiesen; porque la presunción y simpleza de la coja eran realmente increíbles. ¡Aquí está lo que yo esperaba! exclamó Regalado en alta voz. Nada más que para esto he pasado tres horas sentado, dejando mis labores abandonadas.

Su voz se fué perdiendo en las encrucijadas del camino. Flora permaneció todavía algunos instantes á la ventana pensativa y sonriente. Al fin la cerró, se desnudo á toda prisa y se metió en la cama. Murmuró sin dejar de sonreir las oraciones acostumbradas, y sonriente, siempre sonriente, se quedó dormida. ¡Ah, si supiera!...

Por último en uno de los últimos días le abordó resueltamente y con sonrisa contraída y voz alterada le dijo: Me parece, señor mío, que está usted equivocado respecto al modo de representar esta obra. La está usted representando como si fuese una obra de enredo y esta es una obra de carácter. El galán joven le miró estupefacto.

Al cabo de un momento los abrió, miró fijamente al P. Gil, dirigió después la vista a los óleos que tenía en la mano, y sus labios amoratados quisieron plegarse con una sonrisa. ¡Al fin me han untado ustedes! dijo con voz apenas perceptible. Han hecho bien... Pero esta máquina ya no anda, por mucho aceite que ustedes la echen...

Herminia, muy inocentemente, pensaba en Mauricio, porque le había visto al principio muy enfermo y, al marcharse, muy interesante, y después muy sano y mucho más interesante aún. Tenía en el oído el sonido de su voz, y la mirada límpida, franca y ¡tan dulce! que le había dirigido, había penetrado hasta su alma.

8 Y nosotros hemos escuchado la voz de Jonadab nuestro padre, hijo de Recab, en todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas; 9 y de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener viña, ni heredad, ni sementera.