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Cuanto existe y cuanto ha existido tiene voz y voto en el poema: la voz de la esclavitud, la voz de la libertad, la voz de las ciudades, la voz de los campos, la voz de la iglesia, la voz de la administración, la voz de los colegios electorales, la voz de los tribunales colegiados, la voz de los edificios del Estado, etc., etc.

Los gritos se detuvieron en sus gargantas y el oro ya no volvió a sonar en sus bolsillos. La pobre mujer había dejado detrás de ella como una estela de silencio y de estupor. El primero que se repuso fue el ayuda de cámara, que era lo que se llama un espíritu fuerte. ¡Voto a...! exclamó . He creído ver pasar a la miseria en persona. Me ha estropeado el año.

Los dos, al fin, me desataron, y viendo el escribano que no había quién le ayudase, dijo: ¡Voto a Dios que esto no se puede hacer conmigo y que a no ser Vs. Mds. quien son les podría costar caro! Manden contentar estos testigos y echen de ver que les sirvo sin interés.

Al oir hace poco á un vecino de Montaubán, que nos refería los saqueos y depredaciones de esos foragidos, hice voto de castigar duramente al que en realidad los manda hoy. Vos y el señor de Butrón quedáis invitados á mi mesa y por lo pronto formáis parte de los caballeros de mi séquito.

18 Mas Pablo habiéndose detenido aun allí muchos días, después se despidió de los hermanos, y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose trasquilado la cabeza en Cencrea, porque tenía voto. 19 Y llegó a Efeso, y los dejó allí: y él entrando en la sinagoga, disputó con los judíos, 20 los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió.

Soy de lo más simpático a estas gentes; si presentase mi candidatura para algo, ni uno sólo me negaría el voto. Todos amigos... ¡Y qué mezcla!

Entonces vos sois como Francisco I, ¿preferís las mujeres? decía yo con mi airecito cándido. ¡Voto a bríos! exclamaba mi tía, que había substituido algunas palabras demasiado enérgicas, por esta frase aprendida a su esposo y que le parecía muy aristocrática ¡voto a bríos! ¡cállate, necia! Pero el cura le hacía una seña misteriosa y la excelente señora se mordía los labios.

Taciturno y afligido Morsamor, había hecho voto de no enamorar ya a mujer alguna, de no reñir con ningún hombre y de no tomar parte en ninguna contienda armada.

D. Pedro Capdevila, se dijo: Que su dictámen era el mismo del Sr. D. Juan Florencio Terrada. Por el Sr. D. Felipe Arana, se dijo: Que reproducia el dictámen del Sr. D. Juan Florencio Terrada. Por el Sr. Dr. D. Joaquin Campana, se dijo: Que tambien se conformaba con al voto del Sr. D. Juan Florencio Terrada. Por el Sr.

23. Era ya el dia que debian llegar los Juanistas, y aun se habia pasado, y con todo no parecian, no obstante su campo apenas distaba tres ò cuatro leguas. Poco despues de mediodia, llegò del paso de San Juan el Alcalde de primer voto, que era enviado por el cabildo y los pueblos, para que tomase el gobierno en lugar del alferez real, quien mandaba su destacamento, y era el cabeza y caudillo de las disenciones; lo que ya se habia hecho saber