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La égloga á Claudio desvanece las dudas que sobre este punto pudieran abrigarse, porque después de describir en ella su expedición á Inglaterra, y de hablar de una pasión amorosa que entonces lo dominaba, dice, aludiendo sin ambajes á su difunta esposa: «¿Y quién pudiera imaginar que hallara Volviendo de la guerra, dulce esposa, Dulce por amorosa, Y por trabajos cara?

Volviendo a la cocina, mandó a la criada que se acostase; pero la señora Patria no tenía sueño. «Mientras la señorita no se acueste, ¿para qué me he de acostar yo? Podría ofrecerse algo». Y la muy picarona quería entablar conversación con su ama; mas esta no le respondía a nada.

Cuentan que de tres navios, habiéndose perdido los dos, y volviendo el uno, vió este á toda la gente en la orilla; que aunque le pedian que los llevase, no se atrevió á ello por falta de víveres y de buque, y con toda la gente de los demas navios perdidos sucederia lo mismo.

Hacía lo posible por encontrar aquello natural, pero en sus ojos se pintaba tal sorpresa que la condesa reía a carcajadas. Y si nos encontramos en cualquier reunión o baile me hace su mijita de corte y baila conmigo un rigodón... Esto no impide que nos aborrezcamos cordialmente, ¿sabes? Pero la corrección ante todo, hija... ¿Lo ves? añadió volviendo la cabeza . El consabido ramito.

¡Es claro! porque evocaría en el recuerdo de una situación moral inolvidable, acaso me ocurriera lo mismo volviendo a ver a Baldomero. ¿Dentro de veinte años? ¡Don Lorenzo!... ¡Estaré en el otro mundo!... ¿Usted cree en el otro mundo, Baldomero?...

Quedose Jacinta como una estatua, y al fin, volviendo la espalda a su marido, hizo un ademán de salir.

¡La piedad! dijo deteniendo su caballo y volviendo lentamente hacia sus ojos medio cerrados por el desprecio. No tengo la dicha de comprenderle á usted.

En tanto que, de la suerte que se ha dicho, se quejaba la lastimada Altisidora, la estuvo mirando don Quijote, y, sin responderla palabra, volviendo el rostro a Sancho, le dijo: -Por el siglo de tus pasados, Sancho mío, te conjuro que me digas una verdad. Dime, ¿llevas por ventura los tres tocadores y las ligas que esta enamorada doncella dice?

6 Pero volviendo de vosotros a nosotros Timoteo, y haciéndonos saber buenas noticias de vuestra fe y caridad, y que siempre tenéis buena memoria de nosotros, deseando vernos, como también nosotros a vosotros. 7 En ello, hermanos, recibimos consolación de vosotros en toda nuestra tribulación y necesidad por causa de vuestra fe;

La caballería dió una carga para ensanchar el trozo de terreno libre y que el Hombre-Montaña pudiera levantarse, volviendo á su vivienda sin aplastar á los curiosos. Así terminó el trabajo barberil, y la muchedumbre empezó á retirarse satisfecha de lo que había visto y proponiéndose volver á presenciarlo tan pronto como lo anunciasen los periódicos.