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¡Si te viesen tus amigas de antes, chiquilla!... Estás hecha una señorita; el día en que menos lo esperes te compro un sombrero. Había adquirido Feli su traje en una tienda de modas de la calle de Toledo. La sedujeron unos maniquíes colocados en la acera como si fuesen damas sin cabeza, vestidas de colorines y alineadas para una recepción.

Y sin perder un momento, púsose a escribir a la marquesa de Villasis, dándole un juicio sobre los planes de Jacobo, que coincidía por completo con el dado ya por Diógenes, suplicándole que evitase a toda costa que Elvira y su marido se viesen, a fin de que este no pudiera engañarla, y encargándole también, con grandes instancias, que ahuyentara para siempre con algún recurso de su femenil ingenio a aquel desdichado que pretendía explotar a su infeliz mujer, con grave riesgo de su inocente hijo.

En estas pláticas y en otras semejantes, llegaron al lugar a la hora que anochecía, pero el labrador aguardó a que fuese algo más noche, porque no viesen al molido hidalgo tan mal caballero.

A Pepita no pensó ni determinó prevenirla sino a lo último, diciéndole que D. Luis espontáneamente le había pedido hora para hacerle una visita de despedida y que ella había señalado las diez. A fin de que no se originasen habladurías, si en la casa veían entrar a D. Luis, pensó en que no le viesen entrar, y para ello era también muy propicia la hora, y la disposición de la casa.

Hablar así de diario sería muy feo. Usted mismo pensaría mal de . Las gentes que nos viesen murmurarían. Mamá llegaría a saberlo y regañaría mucho y con razón sobrada. Bueno, me alegro con toda el alma de que esté usted decidido a hacerse presentar cuanto antes. Eso es lo recto y lo leal. ¿Qué?... No me atrevo a contestar a eso. Yo no entiendo bien esta maquinaria.

Cuando llegó arriba estaba, tan conmovido que no se atrevió a que le viesen en aquel estado: descansó algunos momentos procurando serenarse, y después que lo hubo conseguido a medias, cogió el llamador con mano temblorosa, tirando de él suavemente. Esperó un rato sin que nadie viniese: cuando ya iba a tirar segunda vez, oyose una voz adentro que decía con tono imperioso: ¡Que han llamado!

Entonces, resuelto á pasar la noche en Canzana, escaló la primer tinada que halló al paso, se metió en ella y se acostó sobre la yerba. Cuando la luz del día le dió en el rostro se alzó precipitadamente y saltó á la calle. Procuró que no le viesen y se puso á rondar la casa del tío José.

Una muchacha la miró fijamente, y ella creyó reconocer á una empleada de un modisto célebre. Además, podían atravesar el jardín algunas de las personas amigas que una hora antes había entrevisto en la muchedumbre que llenaba los grandes almacenes próximos. Vámonos continuó . ¡Si nos viesen juntos! Figúrate lo que hablarían... Y ahora precisamente que la gente nos tiene algo olvidados.

¿Y podré volver al cinema? añadió con ansiedad . ¿Me dejarán ver todas las noches á mi pequeño? Los dos hombres rieron de su simpleza, contestando con un gesto afirmativo. Salió de la Comisaría lentamente. No convenía que la viesen huir como el que tiene la conciencia sucia.

Tenían un aspecto grave, duro, austero, implacable. Empujaron repetidas veces á Desnoyers como si no le viesen. Parecían monjas, pero con revólver debajo del hábito. A mediodía empezaron á llegar otros automóviles, atraídos por la enorme bandera blanca con una cruz roja que había empezado á ondear en lo alto del castillo.