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¡Señora, los viajes son un gran calmante! contestó riendo, y partió.

Luego, los galeones de la colonización llevaban mujeres y niños, familias en masa que se trasladaban al Nuevo Mundo, y cuando creían ver sus costas eran tragadas por la tormenta, bajando para siempre a las profundidades del mar. Los marinos expertos, amaestrados en anteriores viajes, no eran suficientes en número para las expediciones, cada vez más numerosas, a las tierras colonizadas.

Además, varios pliegos de establecimientos bancarios de Barcelona dando cuenta á Ferragut del empleo de sus capitales. De pie en la escalinata del palacio, acabó de examinar su correspondencia por la cara exterior. Era semejante á la que encontraba á la vuelta de todos sus viajes.

En dos o tres días refrescó sus lecturas, rehízo su erudición descompuesta en los viajes y en la vida de libertino, y bien preparado acudió al torneo a que el otro le retaba con sabidurías de tercera mano, aprendidas en los libritos franceses de ciencia popular a treinta céntimos el tomo.

Si parlaba de sus viajes y aventuras, de maestros célebres, de objetos preciosos, o filosofaba cultamente sobre el amor, su discurso cobraba todo el garbo de su persona; pero al disertar sobre el gobierno de la Monarquía, el disimulo cortesano hacíale adoptar un lenguaje incoloro y mortecino, lleno de circunloquios y de prolijas salvedades acerca de la secreta razón de muchas resoluciones de los príncipes.

Así se lo decía Lorenzo Fréitas, piloto de la nave, que tenía más de sesenta años, que había navegado mucho y que había hecho ya otros dos viajes de ida y vuelta a la India. Pronto Lorenzo Fréitas trabó amistad íntima con Tiburcio y se ganó el afecto y la confianza de Morsamor y de las damas aventureras.

También debía partir para el extranjero con mi tía ... Estoy predestinada á los viajes. Con la señorita Guichard ese viaje hubiera sido un destierro. Mientras que, contigo, querido Mauricio, voy á ver países ... ¡Qué contenta estoy! ¡Enhorabuena! dijo Roussel. Desde que empezamos á comer, esta es la segunda vez que lo dices.

Su charla bulliciosa, sus frescas carcajadas despertaban a los vecinos que aún yacían entre las sábanas, les hacían sonreir beatamente trayéndoles al recuerdo otros días de San Antonio cuando la juventud chispeaba también en sus ojos y en la copa de la vida aún no había caído ninguna gota de hiel. ¡Quién no recordaría en Sarrió alguno de aquellos viajes a la ermita en una mañana límpida y suave, con las piernas ligeras y el corazón mecido dulcemente en la esperanza de ver pronto al dueño adorado y pasar el día cerca de él!

La liberal, industriosa y progresista Bélgica, hija de la Revolucion, llamaba nuestra atencion como un país digno bajo todos aspectos de atento y cuidadoso estudio. Por desgracia, cuando se viene á Europa por algunos años, dejando la patria en el Nuevo Mundo, es imposible hacer verdaderos viajes de residencia.

En aquel momento solicitaba su mano un conde del país, de una palidez aceitunada y ojos de brasa, el cual permanecía días enteros en el salón de espera del hotel, lo mismo que un empleado de agencia de viajes, para acompañarla en todas sus salidas. Mina era la vigésima millonaria americana á la que pretendía elevar, ofreciéndole su corona condal.