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Debe ser algo que su papá cuidaba mucho. Parece muy gastada, como si alguien la hubiera llevado guardada en el bolsillo. Bien, entonces yo se lo diré me dijo. No tenía idea de que aún la conservara, pero creo que la ha guardado como un recuerdo de esos fatigosos viajes a pie del lejano pasado.

El efecto que produce el cuento es exagerar los peligros y al propio tiempo los beneficios de la gran lotería de los viajes, desanimando de paso el trabajo sedentario.

Meses antes, al llegar con el otoño la terminación de la temporada de corridas, el espada había tenido un encuentro en la iglesia de San Lorenzo. Descansaba unos días en Sevilla antes de irse a La Rinconada con su familia. Al llegar este período de calma, lo que más agradaba al espada era vivir en su propia casa, libre de los continuos viajes en tren.

Los príncipes del Indostán van a sus viajes en elefantes cubiertos de terciopelos de mucho bordado y pedrería, y cuando viene de Inglaterra otro príncipe, lo pasean por las calles en el camarín de paño de oro que va meciéndose sobre el lomo de los elefantes dóciles, y el pueblo pone en los balcones sus tapices ricos, y llena las calles de hojas de rosa.

Esta infernal astucia nos ha hecho totalmente sospechosos á estas naciones, y muchas veces corremos riesgos de la vida y se nos malogran las empresas, como nos ha sucedido en los viajes por el río Paraguay, en que ningún infiel se quiere fiar de nosotros.

A él también... a él también, en otros tiempos, cuando hacía el amor a su difunta entre dos viajes, lo había aucado cierto camarada que era rival suyo. Pero él se llevó a la muchacha por tener la mano más lista; total, una cuchillada al amigo en pleno pecho, que le tuvo mucho tiempo entre la vida y la muerte.

Su buena figura, su conducta intachable, su instrucción, su entretenida palabra 8, tratándose de referir viajes o verosímiles casos y peligros le dieron muchas simpatías en todas partes. Había dejado de visitar a Genara y a D. Benigno Cordero por razones poderosas; pero en cambio frecuentaba otras muchas casas decentes, a donde concurría en personal de ambos sexos lo más selecto de la Corte.

Chupó en silencio y con placer su cigarro habano, cerró los ojos, como para mirar el pasado, y prosiguió: Ríase usted de la caza, de la música, de los viajes, de todos los placeres en general. Los he gustado todos. No valen la pena de molestarse.

Habiendo trazado el cuadro de nuestros viajes por Europa y América, hemos creido de nuestro deber dar tambien un lugar en nuestras páginas á la España, con el único objeto de darla á conocer tal cual es, deshaciendo en cuanto podamos las equivocadas opiniones que de ella se han formado por muchos viajeros.

Y para un espíritu culto, para una inteligencia despierta y con una curiosidad inquieta, ¡qué maldición es ese don de la pasión de los viajes!