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Vete y corrígete, y haz de modo que no tenga yo que apelar a dolorosos extremos para poner coto a la audaz conducta de que parece que te jactas en vez de arrepentirte.

8 Y conociendo luego Jesús en su Espíritu que pensaban esto dentro de , les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda? 11 A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa. 13 Y volvió a salir al mar, y toda la multitud venía a él, y les enseñaba.

, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme sola... Mañana será otro día, y te prometo ser tuya... Ahí tienes mi mano... Vete a dormir, Álvaro... Hasta mañana. Montesinos buscó en la oscuridad aquella pequeña y hermosa mano, que tan bien conocía, y la apretó contra sus labios perdidamente, la devoró a besos. Joaquina la abandonó en su poder, esperando que al cabo se marcharía.

Antonio, vuélvete a la calle Imperial, diles que preparen todo, y yo iré al carro a ver si lo arreglo para esta tarde. Nina, vete con Dios, y cuidado no se te pegue... ¿sabes? ¡Ay, hija, se te pegará, por mucho aseo que tengas! ¿Ves? ya empiezas a sufrir las consecuencias del mal paso... por no hacer caso de . Doña Paca me dijo que te permitiera ir allá. Quiere verte: ¡pobre señora!

Ya es tarde. Mamá madruga mucho a misa y querrá llevarme consigo. Vete. Un poco más, salada. Aún no es media noche. , en la Giralda ha sonado ya la una. Adiós. No; han sido las doce y cuarto... El golpe lento y grave de la campana de la Giralda dio entonces la una y cuarto. ¿Lo oyes? La una y cuarto. Adiós, adiós. ¿Y te marchas así, sin darme la mano?

Jacobo hizo ademán de lanzarse a él, mas Currita le detuvo asustada... El niño, ronca la voz por la ira, breve y cortada como la de un calenturiento, volvió a gritar: ¡No me da la gana!... ¡Vete de aquí!... ¡Aquí no mandas !... ¡Esta no es tu casa!...

Tirso: ¿quieres vivir con nosotros como hermano, sin acordarte para nada de que eres clérigo? No. Entonces, vete y feliz, si puedes. No exijo, aunque lo mereces, que salgas ahora mismo de casa. Mañana podrás ver a papá por última vez, aunque no creo que te importe gran cosa; pero nada le digas. Luego, te marchas cuando quieras y envías por tus ropas.

¡Pero si ha sido una broma, niña!... Perdóname, soy muy bruto. Pégame: dame una bofetada, que bien lo merezco. María de la Luz, con el rostro ligeramente arrebolado por el restregón de sus manos, sonreía vencida por la humildad con que el novio imploraba su perdón. Te perdono, pero márchate en seguía. ¡Mira que van a salir!... , ¡te perdono! ¡te perdono! No seas pelma. ¡Vete!

La presencia de doña Manuela y Leocadia evitó una cosa horrible; Pepe, conteniéndose al mirarlas, se limitó a decir a su hermano, con la voz engañosamente tranquila, pero llena de energía: ¡Vete! Soy capaz de matarte. Lo creo repuso el cura, procurando aparentar serenidad y dirigiéndose hacia su cuarto muy despacio. ¡No! le gritó Pepe ¡no, infame; a tu cuarto no, a la calle!

Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra. 8 Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, que yo mandaré acerca de ti. 9 Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sin culpa. 10 Y el rey dijo: Al que hablare contra , tráelo a , que no te tocará más.