United States or Maldives ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Ir a vivir a París yo!... ¡Abandonar la tierra en que nací, donde vivió y murió tu padre! ¡No, nunca lo haré, hijo mío, jamás! Vete solo, porque tu vida y tu porvenir te llaman allá. Te conozco y que no me olvidarás, que vendrás a verme siempre, siempre. No, madre mía respondió él, me quedaré. Quedose... Sus esperanzas, sus ambiciones, todo desapareció en un minuto.

¡Tablas, Tablas! gritó Carnicero, y cuando el atleta apareció en la puerta, le dijo : Gandul, ¿estás sordo?... Vete a la taberna de la calle del Burro y trae una botella de Jerez seco o de cosa que lo parezca. Anda pronto. Oye, ¿no hay bizcochos en casa? trae también bizcochos.... Jerez seco... pronto.

Cuando sola y huérfana quedaste, yo fuí tu apoyo, yo tu amorosa madre, y ahora, que me ves anciano y desvalido, escoges este momento para dejarme; húndeme antes en el sepulcro, y luego vete, que así cumpliendo antes conmigo, podrás cumplir mejor y a salvo con el gusto tuyo. ¡Con el gusto tuyo, que bien quiera Dios no convertírtelo en amargo acíbar! ¿Quién te ha dicho que esos castellanos mirarán nunca con amor a la sangre mora?

Búscate un modo de vivir. Vete con tu tía... No hay tu tía, no, no...; déjame. ¿Para que has venido acá? Ni falta... Aire, aire. No necesito consejos. Aborreces a Surupa, y, sin embargo, ¡cuánto se te ha pegado de él! Cuando recuerdo cómo eras y cómo eres, cómo hablabas y cómo hablas, no qué me da. Así es el mundo: unos se quedan y otros se van Yo me fui, ¿te enteras? Yo me he muerto.

»Al arrojarse sobre Carlos, que no hacía más que defenderse, cayó mortalmente herido. En aquel instante entró una persona en el salón. Era un amigo, un salvador; era Teobaldo. »¡Desdichado! gritó dirigiéndose a Carlos: ¡Vete, vete! ¡Mi coche está a la puerta, huye... Ya que no por ti, por el honor de Juanita! »¡Y este honor! exclamé, ¿quién podrá salvarlo ya?

Las embusteras son ustedes... ustedes, con esas conciencias cargadas de crímenes... Doña Lupe cruzaba las manos y miraba al Cielo, invocando la justicia divina. Fortunata expresaba un gran abatimiento, cual si su paciencia tocase ya al punto en que agotarse debía. «Mira dijo la viuda , vete a la botica, ponte a trabajar, y con la distracción se te despejará la cabeza».

Tembló toda. ¿Entra? ¿Sale? ¡Juan! ¡allí Juan! ¡Juan así! Se clavó los dientes en el labio, y los dejó clavados en él. Volvió la espalda, se entró por el corredor que iba a su habitación; a Sol que fue corriendo detrás de ella: «¡Vete! ¡vete!», y entró en su cuarto, cerrando tras de con llave la puerta.

¡Vete de ahí le gritó ; vete, maldito, que nos apestas! Anda, pellejo, despabílate. Chinto la consideraba atónito, con los brazos colgantes, abriendo cuanto podía los ojos, cual si por ellos oyese. Que te largues; ¡repelo contigo!, que no se aguanta ese olor: confundes a la gente. ¿A qué apestas, demontre? preguntó la tullida . Serán esos puros del estanquillo.

MÁXIMO. Pues di que los primeros poetas del mundo, Homero y Virgilio, Dante, Lope, Calderón, no escribieron jamás una estrofa tan inspirada y poética como lo es esa para , esos pobres números... Verdad que la armonía, el encanto poético no están en ellos: están en... Vete... Puedes irte a comer... Déjame, déjanos.

El mundo desapareció en medio de aquella oscuridad; nada existía en las tinieblas que le envolvían, ni siquiera su pensamiento. Sólo quedaba una voz estridente, fatal y un gran dolor, un dolor eterno. ¡Vete! ¡Vete! Tropezando con los muebles, brincando como si escapase de una catástrofe, salió de aquella estancia. Se encontró en la escalera agarrado fuertemente al pasamanos para no caer.