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Asegurado de que la cosa existe, la describe para verla y exâminarla mas de cerca, valiéndose para esto de las divisiones físicas y de las demas circunstancias que piden las descripciones. Despues de esto, colocando la cosa en la nocion general comun por el género, y señalando la particularidad que la distingue por la diferencia, la difine fixando la esencia de ella.

Había sentido la atracción de aquella afluencia de grupos, en los que reconoció á muchas amigas antiguas. Pero al verla las mujeres que estaban en la calle, empezaron á gesticular y á insultarla á gritos.

¿Por qué no se sienta V. al lado de Paulina? le preguntó la niña. ¿Quién es Paulina? Aquella chica tan hermosa que está cerca de la puerta. Miguel se inclinó por verla. No la veo bien; parece bonita, en efecto dijo recostándose otra vez. Pero V. también lo es... y muy simpática además. ¡Oh, por Dios! exclamó la niña ruborizándose.

Cuando la vi en pintura me pareció verla viva, que me miraba y se reía, diciéndome cosas de esas que se les dicen a los hijos. Madre querida, mándame un beso y con él un poco de sueño.

Esos los rompería yo en seguida al verla culpada. El vínculo indisoluble es el de mi amor, que su culpa no extingue ni ahoga. »¿Cómo separarme para siempre de ella si mi corazón queda con ella para siempre? »Nada le he dicho. No le he dado la menor queja. ¿Cómo quejarme sin matarla? ¿Cómo matarla amándola tanto? »Toda explicación con ella, toda palabra sobre su falta me parecería fea.

Hasta la anormalidad de ser otro distinto de su amante quien recibió su juramento, le pareció cosa conforme al estado de su espíritu, porque, en vez de sentir el terror que le inspiraba la idea de dejarse poseer, pudo complacerse en saborear mentalmente el casto placer de pensar que su porvenir y su vida estaban para siempre unidos a los de un hombre que la quería, y que, no pudiendo verla, no habla de fundar la pasión en sólo la hermosura.

Para verla respetada hay que abrir la Biblioteca Rosa; para verla respetada, es necesario venir a la Academia... ¡una vez por año! ¡Pobre virtud! »¡Escuchad! ¿queréis saber dónde está literariamente?

El general Patiño habló de una obra teatral recién estrenada con felicísimo éxito y le puso sus peros, basados principalmente en algunas escenas subidas de color. Mariana manifestó que de ningún modo iría a verla entonces. Todos convinieron en anatematizar la inmoralidad de que hoy hacen gala los autores. Se dijeron pestes del naturalismo.

Voy a su entierro... Con la esperanza de verla aún con vida, acabo de desembarcar en esa playa. Y con vida la encontrará, señor. ¡Muy bien puede salir engaño cuanto cuenta Andreíña! Como es sorda nunca está al cabo de lo que pasa por el mundo. ¡Y hay mucha gente divertida que le dice engaños porque luego ella los vaya pregonando! ANDREÍ

ERNESTO. ¡...! ¡Va usted a verla...! Usted, señor duque, no tiene un céntimo; usted vive vegetando. ¡Yo me brindo a salvarle, por lo menos provisionalmente...! ¡Su nombre es soberbio...! ¡Véndamelo...! EL SE