United States or Brazil ? Vote for the TOP Country of the Week !


Todo esto era ocasión de nuevos afanes y cavilaciones para Benina, que amaba entrañablemente a la señorita de la casa, y no podía verla con hambre y necesidad, sin tratar al instante de socorrerla según sus medios.

Al llegar al extremo de la calle sentí la necesidad imperiosa de verla otra vez, y di la vuelta, no sin percibir cierta vergüenza en el fondo del corazón, pues ni mi edad, ni mi estado, me autorizaban semejantes informalidades; mucho menos tratándose de tal criaturita. Ya no estaba en el balcón.

¡Oh, reina de las reinas! dijo al verla un joven de aspecto aristocrático por sus maneras y por su traje ; dignáos tomar mi brazo para subir esas endiabladas escaleras del vestuario. Gracias, don Bernardino dijo la Dorotea sonriendo ; pero viene conmigo persona tal, que no cambiaría su brazo por el del rey. Al mismo tiempo Juan Montiño salía de la litera, y Dorotea se asió á su brazo.

Roberto no podía hacerla esperar mucho más sin exponerse a verla extinguirse un día agotada por la pena, como una lámpara que ya no tiene aceite.

Clotilde me asegura que su hija se casará con mi nieto. Ella, claro, hace todo lo que puede, por respeto a y porque, realmente, le parece bien la boda. Pero... no ... me parece que la muchacha no está decidida. Y yo quiero salir de una vez del paso. Por eso he venido a verla a usted. ¿Y qué puedo hacer yo? Clotilde me ha dicho que usted tiene mucha influencia sobre su hija.

Todo cuanto digamos de la vegetación intertropical será pálido, es preciso verla para comprender su belleza en todo su valor; apropósito de esto, recordaremos lo que ha tiempo decíamos á un amigo querido de la Península.

Pues yo no me voy sin verla me dije, y pián pianito, comencé a pasear la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un cadete de Estado Mayor. Después de todo, aquí nadie me conoce me iba repitiendo a cada instante, a fin de comunicarme alientos para seguir paseando. Además, yo no tengo nada que hacer ahora; y lo mismo da vagar por un lado que por otro.

Pero lo que excitaba la curiosidad era la joven que había padecido persecución de bofetadas por mi causa. Escruté cuanto pude al través de los pies derechos del jardinillo, que tenía delante, y logré verla en compañía de su novio, limpiándose los ojos con el pañuelo, pero hablando ya tranquilamente.

De la tonadillera; fui a verla. Muñoz respondió con una evasiva, pidiéndole en seguida, muy serio, que le dejara solo. El otro le miró perplejo. Estás realmente mal, porque venir a buscar soledad a los recibos... no me explico. Era Castilla un joven alto, afilado, rosado, ojos muy saltones en la cara de ángulos finos y cabellos lisos sobre la cabeza redonda.

Don Carlos le permitía pasear sin compañía cuando subía al monte de los tomillares por la puerta del jardín; por allí no podía verla nadie, y al monte no se subía más que a buscar leña. Aquel día su paseo fue más largo que otras veces.