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Nos aproximamos cuanto pudimos, y echamos de ver que era el retrato de su pintor. Uno de los curiosos que visitaban el Museo en aquel dia, contemplaba el retrato con cierta entusiasta curiosidad, casi con maravilla. Esto nos llamó la atencion á nosotros, que no veiamos en aquella pintura un motivo tan grande de admiracion y de entusiasmo.

La grande distancia que separa á estas dos capitales la recorre el viajero en doce horas, merced al excelente camino de hierro que las une. Al dirijirme desde mi hotel al embarcadero tuve ocasion de ver un largo y bien construido puente próximo á la estacion, que mas tarde he vuelto á ver y que se distingue por su elegante y sólida construccion.

La falda de percal, entre el fru-fru, que marcaba el adorable relieve de sus piernas, dejaba ver por debajo de su orla unos pies pequeños, calzados escrupulosamente, como los de una señorita. ¡Ay! ¡Que no pueo más! dijo de pronto, sofocada por el baile.

Era vano, en su sentir, obstinarse en ver más allá: si antes del principio de esta evolución hubo otra; si después volverán las cosas al reposo y a la muerte, y si luego se despertarán nuevo prurito y voluntad de los átomos, que los lleven a agruparse y a crear otro universo, y vidas nuevas, y progreso, y consciencia, y lo que llaman espíritu, y por último, muerte otra vez.

Salió a ver la ciudad, pasó por el palacio y vio el letrero en 25 la puerta. Entró para buscar a la princesa. El rey dijo que allí estaba un joven encerrado porque no podía encontrarla. La misma suerte le esperaba si no podía encontrarla dentro de tres días.

28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos varones, Eliab se encendió en ira contra David, y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido. 29 Y David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? Estas, ¿no son palabras?

Hablaba desde el grupo formado en torno del cadáver, y, al ver que los circunstantes, aprobaban sus observaciones, pidió y obtuvo que la dejaran pasar. Entonces se acercó al Príncipe, que estaba en ese momento apoyado contra la cama, los brazos colgando, contraídas las manos y los extraviados ojos todavía vueltos hacia la muerta.

No tendría valor, dijo Tragomer, para ver en la abyección un hombre á quien he conocido bello y brillante. ¡Cómo estará después de dos años de vida común con aquellos innobles compañeros! El carácter se rebaja pronto, el cuerpo se gasta y las malas costumbres se apoderan del hombre.

A ver, Gonzalito, déjeme usted ese sitio; quiero estar al lado de Araceli. El pintor se mordió los labios de coraje. Cuando pocos minutos después llegaron al Escorial estaban allí esperándolos Reynoso y casi todos los invitados que habían asistido a la fiesta.

La pobre estaba hecha á estas pruebas y podía considerarse la persona más violada de todo Méjico. En su vida no había servido para otra cosa. Pero la gente, que se imaginaba vivir libre por algún tiempo de la calamidad de las sublevaciones militares, huía miedosa al ver que volvían á empezar.