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Después, observando que Clara no tenía aspecto de persona que da limosna, sino más bien de mujer desvalida y enferma, se figuró que pedía también chavitos, y variando de tono, le dijo: Oye, chica: ven conmigo y le sacaremos un duro al tío gordo de la esquina. ¿Qué? dijo Clara, confusa ante aquella proposición. ¿Apostamos á que no tan dao ni un bendito chavo esta noche?

Contra el testimonio de sus propios ojos alegaba el instinto, una voz interior que le señalaba sin cesar a su enemigo. Apareció éste en la tertulia. Saludó fríamente a Amalia y se fue derecho al gabinete; pero Manuel Antonio le retuvo tirándole por el faldón del frac. ¿Dónde vas, Luis? Ven aquí, muchacho; no te nos enfrasques tan pronto en el juego.

Las calles mas hermosas de Lóndres son la del Regente, la de Oxford, y Portland-Place. Picadilly y Bond-Street son los sitios mas elegantes. ¡Espectáculo repugnante! todos los dias se ven en las calles hombres y mujeres ébrios.

Desde hace pocos años, la Alameda se ve extraordinariamente concurrida en las tardes y noches de estío, habiéndose establecido allí gran número de puestos de agua, refrescos, helados, etc., alrededor de los cuales se instalan multitud de mesas y sillas, que se ven ocupadas por la concurrencia de trasnochadores hasta la salida de la aurora.

Una tarde, una hermosa tarde de invierno, de las que sólo se ven en este Madrid, salí de casa después de almorzar con el objeto de hacer algunas visitas y también para espaciarme por esas calles de Dios.

Antiguamente, los partidos separados en público, estábanlo también en las relaciones privadas; pero el progreso de las costumbres trajo primero cierta suavidad en las relaciones personales, y por fin la suavidad se trocó en blandura. Algunos creen que hemos pasado de un extremado mal a otro, sin detenernos en el medio conveniente, y ven en esta fraternidad una relajación de los caracteres.

Sin embargo, la luz baja hasta el fondo de la torre: el techo está hundido: los entarimados han ardido en algún antiguo incendio, y se ven de trecho en trecho restos de vigas ennegrecidas. Todos esos residuos, piedra, madera y ceniza, se han convertido poco á poco en una especie de pasta que el agua del cielo, bajando allí como al fondo del pozo, conserva húmeda siempre.

Juan no ha olvidado aún la mirada llena de ternura con que el señor Aubry lo contempló durante largo tiempo, mirada penetrante y buena, que le dio valor. Ven acá, Juan Durand. Puesto que el oficio de carpintero no te gusta ¿quieres que yo sea tu patrón? ¿Usted? , yo. Juan recuerda que dijo con desenfado: Pero si usted es el señor alcalde, no puede ser mi patrón... El señor Aubry se sonreía.

Y entonces resolvió realizar su sueño del modo que pudiera. Una mañana le vi llegar fuera de . Mi Reinita, ven, ven conmigo exclamó. ¿A dónde, señor cura? A la iglesia; ven pronto. Pero a estas horas no hay misa. Ya lo ; pero quiero que veas algo espléndido.

Calculo que gastó cuanto poseía. Un día, por este invierno hará seis años, Juan vino a mi cuarto interior, se sentó en mi sofá, como lo ven ahora en aquel sillón, y luego ya jamás volvió a moverse por mismo, herido como por un rayo y sin darse cuenta de lo que le ocurría.