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He aquí un lindo rincón, chica dijo él al mismo tiempo que se extendía cómodamente sobre la piedra, tanto que sus pies caían casi al nivel del agua. Ven, ponte a mi lado; hay sitio para los dos. Lo obedecí, pero me senté de manera que mi mirada pudiera dominarlo.

Y subió de dos en dos los peldaños de una escalera, atravesó algunas habitaciones, y entró en la que Dorotea se encontraba todavía inmóvil y dominada por su mudo dolor. Ven conmigo la dijo el bufón asiéndola de una mano. ¡Ah! ¿sois vos? Ven conmigo... yo te salvaré... yo te consolaré... pero ven, ven... no perdamos un momento.

Despojados de sus bienes, perseguidos, azotados, encarcelados, martirizados de mil modos, desterrados al Africa, ven consumarse la dolorosa estincion de la ley evangélica en Andalucía si el soplo vivificador de Dios no la reanima. Ocultan presurosos sus sagradas reliquias, las santas imágenes que veneran . ¡Cuántos en esta sangrienta tragedia alcanzaron la palma del martirio!

«Oye, Papitos le dijo . Ven acá, y atiende bien a lo que te encargo. Yo tengo que salir otra vez. Das de comer al señorito Nicolás y al señorito Maxi; pero este vendrá mucho más tarde que su hermano. Fíjate bien, y no salgas luego haciendo lo contrario de lo que te mando.

Pero en aquel estrecho del Mediterráneo la seduccion es mas poderosa que en ninguna otra parte, por el contraste de las razas y civilizaciones que se ven frente á frente al traves de ese valle movedizo, casi siempre atormentado por terribles tempestades.

Yo creo que lo que mejor se observa y sobre lo que mejor se discurre no es sobre lo extraño y lejano, sino sobre lo que está más cerca, sobre cuanto nos rodea y nos es propio. Como mejor se ven las cosas no es con telescopio ni con microscopio, sino con los ojos de la cara, directamente. Todo cristal para prolongar la vista deforma los objetos.

Pero hay personas tan instruidas que encontrarían en el acto cincuenta motivos imaginarios. Mientras tanto, la verdadera razón está ahí rompiéndoles los ojos, y, sin embargo, no la ven. En fin, pronto nos dimos cuenta de que había un nuevo vecino que estaba al cabo de las cosas, tenía una casa bien puesta y era muy estimado de todos.

El auto de Los cuatro tiempos merece, sobre todo, nuestra atención, porque en él, aunque sólo en esbozo, se ven ya los rasgos fundamentales de los autos posteriores.

Cuando acertaban á darles en la cara, la muchedumbre aplaudía con entusiasmo. Otros, de pie sobre las banquetas de los coches con una botella en la mano y una copa en la otra, servían manzanilla á los conocidos que divisaban. ¡Velázquez! ¡Eh, Velázquez! El majo vió un máscara que desde lo alto del coche le ofrecía una copa de vino y se acercó. Ven acá, valiente.

«Ven acá le dijo uno, dame la mano y volarás más derecha... Pero ¿qué llevas ahí? Esto repuso Celinina oprimiendo contra su pecho dos groseros animales de barro. Son pa , pa . Mira, chiquilla, tira esos muñecos. Bien se conoce que sales ahora de la tierra.