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Pensando en todo esto me amedrenta la vejez, de tal suerte, que deseo morir antes. Vas a tenerme por presa de un delirio. No importa. Es menester que lo sepas, y te lo contaré todo. Se acerca el día en que has de venir a esta casa; en que he de cumplirte lo ofrecido. A menudo lo deseo, más todavía que puedes desearlo.

Debes de estar bien, porque ya no dices desatinos, ni quieres echarte de la cama, ni nos insultas, ni dices que nos vas a matar, ni llamas a D. Celestino ni a la D.ª Inés, que te traían trastornado el juicio.

Tardó algún tiempo en ver á Iriondo, que no pasaba de la puerta. Pepe, ¿qué tienes? dijo el marino con el acento afectuoso de un antiguo camarada. Nada: cosas mías, no te ocupes de .... Vas á llamar al teléfono de las minas y que busquen á mi primo Luis, que le digan que venga en seguida. Pero, hombre, no será tan pronto como quieres. Gallarta está lejos: él tiene sus ocupaciones...

Luego, Linda contó las suyas, su existencia bohemia de volatinera, hasta que un señor rico le sacó del circo y le brindó con su protección. Ahora este señor, título, con grandes posesiones en la Rioja, quería casarse con ella. ¿Y te vas a casar? la preguntó Martín. Claro. ¿De manera que dentro de poco serás una señora condesa o marquesa? , marquesa, pero chico, esto no me entusiasma.

Tal era la causa del júbilo de D. Acisclo; iba a abrazar al sobrino santo, iba a vivir con él, iba a tener el gusto de lucirle en el lugar. Doña Luz quiso en seguida mudarse a su casa y dejar su habitación en casa de D. Acisclo, para que el padre habitase en ella. Don Acisclo dijo: Nada de eso, hija mía. por nada del mundo te vas de mi casa a vivir sola en aquel caserón.

Yo no te digo que vengas a mi balcón, porque.... Yo que vas al balcón de la directora.

Sólo le restaban a Febrer unos miles de duros: tal vez no llegarían a quince; pero mejor era esto que vivir en su antiguo ambiente de gran señor sin tener que comer y sometido a las exigencias de los acreedores. «Ya es hora de que vuelvas. ¿Qué haces ahí? ¿Vas a estar toda tu vida como un Robinsón en esa torre de piratasDebía volver inmediatamente, para vivir en alegre modestia.

Estando en casa, tendrías que ir en el carro a llevar vino, durmiendo mal y trabajando como los machos. ¿Y aquí qué te hase falta? Tienes papusa buena y segura, trabajas poco, vas vestido como un siñor... Nelet, no seas bruto y a ver si das gusto a las siñoras.... Y así hubiese seguido desarrollando este capítulo de consejos, a no ser porque un campanillazo le cortó la palabra. Una visita.

No, señor, son las ocho no más. Abro los ojos asombrado y me encuentro a mi elegante de pie, vestido, y en mi casa a las ocho de la mañana. Joaquín, a estas horas. Querido tío, buenos días. ¿Vas de viaje? No, señor. ¿Qué madrugón es este? ¿Yo madrugar, tío? Todavía no me he acostado. ¡Ah, ya decía yo!

Sintió la Comadreja que el brazo de Amparo temblaba, y la miró, y le halló desencajada la faz. no estás bien, chica... ¿qué tienes? ¿Te da algo por la cabeza? Suéltame contestó con voz opaca la Tribuna . A donde voy no me hace falta compañía. ¡María Santísima!, ¿a dónde vas, mujer?, ¿qué es esto? ¡Que a dónde voy! Pues a apedrearles la casa, para que lo sepas.