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La noche muy obscura, la mar brava, El viento vendaval muy presuroso Soplaba y de temor cualquiera traba Del otro por valerse deseoso: Y mientras esta furia reposaba, Los pilotos amainan sin reposo. Las naves van volando ya sin guia, Mientras que cesa el viento su porfia.

CHADD. ¡Oh! ¡Ya está...! ¡Va a ser un exitazo...! ¡Me da lo mismo! ¡Cómo van a rabiar mis compañeras cuando me oigan hablar inglés...! ¿Va usted muchas veces al «Rey Dagoberto»? C

Algunos arroyos bordeados de sauces se pierden en la llanura sin alejarse demasiado los unos de los otros, se embalsan a trechos, se acercan y se huyen cuando parece que van a darse alcance, y, finalmente, más lejos, se ven correr todos juntos.

AZUCENA. He orado por ti toda la noche; es lo único que puedo hacer ya. MANRIQUE. Descansad un momento. AZUCENA. Yo quisiera escaparme de aquí, porque me sofoca el aire que aquí respiro... porque van a matarme. Pero me defenderás, no consentirás que te roben a tu madre. MANRIQUE. ¡Gran Dios! AZUCENA. Pero estoy afligiéndote, ¿es verdad? MANRIQUE. No; decid, decid lo que queráis.

Lo que entonces sucede, van ustedes á saberlo en el capítulo siguiente, escrito en presencia de los apuntes fidelísimos que yo tomé en uno de esos Concejos á que asistí como curioso.

De la época en que se construyó la ALJAFERIA: por quite, y destino que le dieron los moros. Es un hecho constante que no se puede poner en duda, que el alcázar de la ALJAFERIA fue construido por los moros, los cuales ocuparon á Zaragoza el año 714, segun nuestras crónicas, que no me parece que van desacertadas en este punto.

A este lado parece que está la fuente, porque van y vienen mujeres con cántaros... Ea, yo me rindo, yo pido práctico, yo no doy un paso más... Hemos andado más de media legua y no puedo con mi cuerpo... Un guía, un guía, y que me saquen pronto de aquí».

El pobre tiene inclinación a mirar con envidia al rico; sin embargo, debe recordarse que muchos hombres y mujeres que van cómodamente arrellanados en sus lujosos carruajes y servidos por sirvientes de librea, contemplan con anhelo a esos humildes trabajadores de las calles, bien convencidos de que esos millones de seres que ellos designan con el término de «las masas», son, en verdad, mucho más felices que ellos.

Soy lo mismo que esos enfermos que van de balneario en balneario, siempre con la esperanza de que en el próximo les espera la salud. Todos en el buque deseaban llegar al término del viaje, Maltrana veía un signo de impaciencia en la rapidez con que los pasajeros cambiaban de vestido, creyendo haber avanzado considerablemente, cuando aún estaban cerca de Europa.

Usted habrá visto arrastrando una existencia de miseria artistas de hermosa voz, que sin embargo cantan en los cafés como mendigos. La gente se indigna contra esta injusticia de la suerte. Hay que ayudarlos, hay que llevarles a la ópera. Y cuando van a ella, el fracaso más desolador acompaña su intento. Saben cantar bien una romanza, pero no pueden con una ópera entera.