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Por medio de conjuros evocamos a los demonios; por medio de exorcismos los arrojamos de donde no conviene que estén; las sílfides y las ondinas se mueren de amor por nosotros; los dioses y las diosas de todas las religiones suelen prendarse de los mortales y casarse con ellos; los genios acuden a valernos, a protegernos y a inspirarnos poesía, prosa y otros primores; las hadas tejen ricas telas, fabrican brillantes joyas y favorecen a las princesas y hasta a las fregatrices; los ángeles son nuestra custodia y vienen a nosotros como embajadores y aun como mandaderos; y los arcángeles, ya son paraninfos, ya a modo de escuderos y guías que en nuestros viajes nos acompañan. ¿A ver, pregunto yo, si es lícito pedir o esperar más, después de alcanzar o de haber alcanzado todo lo dicho?

Si á causa de la debilidad de nuestras luces, estamos precisados á valernos de las ajenas, no las recibamos tampoco con ignoble sumision, no abdiquemos el derecho de examinar las cosas por nosotros mismos, no consintamos que nuestro entusiasmo por ningun hombre llegue á tan alto punto, que sin advertirlo le reconozcamos como oráculo infalible.

Es cierto que la variedad de acontecimientos y circunstancias, y la escasez de nuestra prevision nos obligan con frecuencia á modificar los planes concebidos; pero esto no impide que podamos formarlos, no autoriza para entregarse ciegamente al curso de las cosas, y marchar á la aventura. ¿Para qué se nos ha dado la razon sino para valernos de ella, y emplearla como guia en nuestras acciones?

Si es por raciocinio, fundándonos en los principios del arte de raciocinar, entonces hay dos consideraciones, ambas conducentes á demostrar la indemostrabilidad. 1.ª Si los principios del arte son indemostrables, tenemos ya una cosa indemostrable; si lo son, al fin hemos de valernos de otros que les sirvan de basa, y ó pararnos en alguno que no consienta demostracion, ó proceder hasta lo infinito. 2.ª ¿Cómo sabemos que los principios del raciocinio se aplican á este caso? ¿Será por otro raciocinio? resultan los mismos inconvenientes que en el caso anterior. ¿Será porque lo vemos así? ¿porque es evidente con evidencia inmediata? hénos aquí en otro punto indemostrable.

Lo que hizo Aristóteles hago yo, siguiendo su exemplo, en esta Lógica; porque ademas de tratar de todas las clases de raciocinios, explico tambien las nociones simples y compuestas: muestro los errores que se mezclan en ellas, tomando algunas cosas, aunque pocas, de la Metafísica, y algunas mas de la Animástica, por la conexîon y enlace de todas las Artes, y la necesidad de valernos de las verdades mas simples, puesto que unas ilustran á otras, guardando el orden de no tomar de otras Ciencias mas que lo preciso para hacer mas patente y comprehensible el modo de saber por el raciocinio, como objeto de la Lógica.

Como era muy distraída y muy corta de vista, y tenía, si es lícito valernos de una expresión gráfica aunque harto vulgar, grandes humos aristocráticos, apenas había tratado ni fijado siquiera la mirada en individuo alguno de la humanidad circunstante, como no tuviese por lo menos dieciséis cuarteles de nobleza.

Dos condiciones necesarias para que sea valedero un testimonio. No siempre nos es dable adquirir por nosotros mismos el conocimiento de la existencia de un ser, y entónces nos es preciso valernos del testimonio ajeno. Para que este no nos induzca á error, son necesarias dos condiciones: . que el testigo no sea engañado: . que no nos quiera engañar.