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Por ella se paseaban gravemente dos o tres docenas de personas, revelando en la mirada vaga y perdida más atención a lo que en el interior de su estómago acaecía que al discurso o al paso de sus compañeros de paseo.

Todo eso es así, pero aún es más vaga e indeterminada la señora de los pensamientos de nuestro poeta indio. El príncipe musulmán enamorado de la rival de la Sulamita, había hallado y admirado el retrato de ella en el tesoro de su padre, mientras que no hay retrato ni hay el menor indicio por donde pueda entrever o tener alguna idea o noción de su dama, el autor de los versos que he traducido.

El hombre vaga abandonado por el desierto, y se extravía y pierde, no hallando senda alguna que seguir. Preséntasele entonces una aparición, que á primera vista lo atemoriza, pero que pronto intenta consolarlo hablándole dulce y amorosamente, y diciéndole: Pues haced cuenta que quiero Ser vuestro escudero yo, Que el mismo Dios me mandó Que fuese vuestro escudero.

Ataide exclama, cuidadoso, mas sereno: ¡el leon en montería, el feroz divertimiento que da á su doliente Leila Aben Jucef el soberbio! ¿Mas por qué de las bocinas no se percibe el acento, ni los ardientes lelíes de los ágiles monteros, ni acorralando á la fiera el ladrido de los perros? ¿Por qué esos rugidos suenan solitarios y siniestros, y la vega los repite cual los repite el Desierto cuando su rey vaga errante de hambre y sed calenturiento.

Cesaron casi en absoluto aquellos felices momentos de tiernas expansiones, dulces y amables como los placeres de los ángeles, cuyo recuerdo esparce por toda la vida, hasta por la del hombre más prosaico, una vaga y poética melancolía que ayuda a sufrir los contratiempos de la existencia y a contemplar sin envidia la felicidad ajena.

La solitaria costa se perdía á lo lejos en vaga neblina, que la luna desvanecía hasta confundirla con el horizonte. El bosque murmuraba voces ininteligibles. El anciano entonces, con el esfuerzo de sus hercúleos brazos, lanzó la maleta al espacio arrojándolo al mar.

Pero usted.... ¿qué autoridad tiene aquí?... ¿quién le mete?... y la cabeza iracunda de Miranda tenía un temblor senil.... Váyase usted gritó con renovado furor, o buscaré un arma . Los ojos inyectados del marido recorrieron la estancia, hasta tropezar con el cadáver, que conservaba ante aquella escena su vaga sonrisa fúnebre.

El cerebro de la joven no cesaba de dar vueltas y más vueltas a estas ideas y a otras análogas, mientras su cuerpo permanecía inmóvil, abatido, clavando los ojos obstinadamente en las manos de D.ª Marciala, que no dejaba un momento su calceta. Sentíase enferma, deseaba irse; pero una vaga esperanza, que no podía definir, la retenía a su pesar.

De improviso, el señor Aubry pareció salir de su sopor, paseó a su alrededor una mirada vaga, y una tenue sonrisa entreabrió sus labios secos.

¿Mi mano para Raúl? exclamó Antonia. , para Raúl de Mengis, que sabías que ella no amaba, con la vaga esperanza tal vez, de que en el momento de que propusiera este casamiento, había de confesar que te amaba. Amaury cubriose el rostro con las manos, y lanzó un gemido. Me parece que he hecho perfectamente la autopsia de tu corazón, y el análisis de tus sentimientos.