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Era evidente que Eppie, con sus pequeños pasos vacilantes, hacía vacilar a su gusto a su papá Silas cualquier día en que las circunstancias favorecieran su travesura. Por ejemplo; él había elegido una ancha faja de lienzo a fin de atar a Eppie a su telar cuando estaba muy ocupado.

Con tales mejoras, con tan buenos consejos y con el ameno trato de donna Olimpia, el rey estaba cada día más prendado de ella. El nacimiento de un Principito puso el colmo a la ventura de amantes esposos. Pero el rey enfermó y creyó a pies juntillas que era llegada su última hora. No había que vacilar ni que retardarse.

Todo fluctuaba ante sus ojos, y el río, la montaña y la temprana aurora giraban a su alrededor con velocidad vertiginosa. Entonces los cerró, concentrándose en mismo para recobrar la conciencia que empezaba a vacilar. En aquel breve intervalo, por algún fantástico procedimiento mental, el cuartito de Bar Sansón y el grupo del padre e hijo dormidos, apareció a su vista.

Al estar cerca de él, vió que era un hombre; al alejarse, reconoció al tío Caragòl. Nadaba lo mismo que los locos y los ebrios, con un esfuerzo sobrehumano que hacía salir fuera del agua la mitad de su cuerpo á cada uno de los braceos. Miraba ante él como si pudiese ver, como si tuviera una dirección fija, sin vacilar un instante, avanzando mar adentro cuando se imaginaba ir hacia la costa.

Pero cuando se le interrogaba sobre una calidad de la impresion, para producir placer ó disgusto, entonces se hallaba en un terreno comun a todas las sensaciones: las ideas de grato y de ingrato, no eran para él cosas nuevas, y por lo mismo sobre ellas podia decir sin vacilar: «esto me gusta mas, aquello no me agrada tanto

Guillermina estaba pasmada y no se le ocurría nada que oponer a aquellas razones. Expresábase él con admirable serenidad y con fácil y aun ingeniosa palabra, sin atropellarse ni vacilar un instante, las facciones reposadas, todo cortesía y aplomo.

Y como para nuestro mayordomo los proyectos eran resoluciones, y más tratándose de algo peligroso, dicho y hecho: levantóse velozmente, abrió una de las puertas traseras del palacio y se encaminó sin vacilar á las orillas del Lora. Despojóse inmediatamente del vestido y se zambulló en los cristales opacos del río con estrépito. La noche era despejada, pero sin luna.

Lo único que la había hecho vacilar al principio fue la sorpresa de que se dirigiese a ella con preferencia a otras jóvenes que pasaban en el pueblo por mucho más bonitas; una vez convencida de que aquél tenía el mal gusto de encontrarla bella o al menos simpática, no consideró poco ni mucho la diferencia de fortuna ni se imaginó que todo aquello podría ser nada más que un puro y frívolo pasatiempo por parte del joven forastero.

Este principio es el siguiente: «donde hay órden, donde hay combinacion, hay causa que ordena y combina; el acaso es nadaUna que otra coincidencia la podemos mirar como casual, es decir, sin relacion; pero en siendo muy repetida, ya decimos sin vacilar: «aquí hay enlace, hay misterio, no llega á tanto la casualidad

Sin vacilar, fué á la campana que servía para llamar á comer y, tirando vigorosamente, rompió el silencio de la noche con un repique rabioso. Al cabo de un instante aparecieron luces en los corredores y se mostraron en las ventanas formas inquietas. ¿Qué hay? preguntó el criado. ¡Llame usted á la señorita, despiértela! gritó Bobart, con voz entrecortada de intento.