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Su mujer, más joven que él, es una especie de cocinera frescachona, en la que usted seguramente se habrá fijado.

¡Cuántas reflexiones, cuán amargos sentimientos invadían sus almas! Así que pasaron unos instantes, la anciana, sobreponiéndose a los terribles pensamientos que la embargaban, dijo gravemente: ¿Ve usted, Juan Claudio, como Yégof no estaba equivocado? Sin duda, sin duda, no estaba equivocado respondió Hullin ; pero ¿qué prueba eso?

La mujer, hija mía, o es de Dios o del hombre; si no, no cumple con su vocación, ni con la de arriba, ni con la de abajo. ¿Pues qué quiere usted, señora?, no tengo vocación ni para casada ni para monja. Pues hija repuso la tía María , será tu vocación la de la mula.

Por eso, para que usted pierda toda mala sospecha, para que no quede la posibilidad de un engaño y todo se aclare por solo, voy a proponerle, si acaso usted no ha empezado a despreciarme, que nos casemos... No es el antiguo compromiso que yo exigía lo mantuviéramos secreto; la prueba que quiero darle es inmediata, ya mismo, en estos días.

De Pas se detuvo, se volvió, le miró desde arriba con lástima y disimulando la ira, y le dijo lo menos malo de cuanto se le ocurría: Parece mentira que sea usted cazador. Soy cazador en seco, compadre, pero esto es el diluvio, y un bombardeo... y las arañas se me meten en el estómago... y sobre todo a me gustan las acciones heroicas que tienen alguna utilidad.

Eso que hace usted es lo que hacen todos aquí, ¡todos! Cuántos conozco yo, personas ricas, podridas en plata, que reciben en su casa a ésto o al otro joven.... De meritorios, por supuesto que de meritorios, y en dos o tres años no les pagan un real. No les dan nada, nada, no señor, que bastante tienen los infelices con el honor de servirlos.

Las señoras rieron, tapándose la cara con los abanicos. ¡Qué lengua, qué lengua tiene usted, Suárez! No me sirve más que para decir lo que es cierto. Las niñas de Madrid me hacen el efecto de sombras chinescas. En ustedes encuentro seres visibles, palpables... y hasta confortables. Marta observó que la bujía de un candelabro se estaba concluyendo y que iba a hacer estallar la arandela de cristal.

¡Sorbetes por la mañana! dijo un mozo con voz brutal y gesto de burla. ¡Que si quieres! ¡Bravo! dije para . ¿No presumía yo que el día había empezado bien? Pues traiga usted dos vasos pequeños de limón... ¡Vaya, hombre! anímese usted; tómelos usted grandes nos dijo entonces el mozo con singular franqueza, si tiene usted cara de sed.

Aquí no se puede decir, como en bahía, que el barco paladea el agua; sino que la escupe y la abofetea y la embiste, ¿no es verdad?... y hasta riñe con ella, que, como usted puede observar, no se muerde la lengua tampoco... Vea usted allá lejos unas lanchas corriendo un largo... Son boniteras, de fijo... Así se pesca el bonito, a la cacea.

Por esta vez pase, porque es usted aplicado y sabe la tabla de multiplicar; pero la sabiduría es poca cosa cuando no va acompañada por la buena crianza. No olvide usted esto, señor de Llopis.