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El ujier, pidiendo disculpa por la contravención, le entregó un pliego del procurador general: dos palabras subrayadas en un ángulo del sobre, indicaban que la comunicación era urgente. Ferpierre rompió distraídamente el sobre, pues nada le parecía urgente si no era salir de una situación tan ambigua. Dentro había dos papeles: un telegrama y una nota del procurador general.

Una de las pocas amigas que tenía vino un día a invitarla para asistir a cierta comedia casera. Esta amiga era a su vez invitada, pero tenía libertad para llevar a quien quisiese. Consultó el caso con su marido. Hallolo bien Mario y aun prometió acompañarlas si alguna ocupación urgente no se lo impedía. Como era domingo el día señalado, y por la tarde, no hubo inconveniente.

Las nueve.... Dice que es cosa urgente.... Parece que viene asustada... le tiembla la voz.... El Magistral se puso del color de su madre, y en pie como por máquina: Que entre, que entre.... Doña Paula dio media vuelta y salió al pasillo. Antes acarició a su hijo con una mirada de compasión de madre. Entra... dijo a Petra que, toda de negro, esperaba, con la cabeza inclinada sobre el pecho.

En cambio el hermano lego Atanasio, que durante un cuarto de siglo había limpiado y bruñido el pesado aldabón de bronce de la abadía, declaraba con asombro que jamás había presenciado convocación tan extemporánea y urgente de todos los miembros de la comunidad.

El marqués, que «estaba en todo», como él decía, asintió inmediatamente al reparo de su mujer; y como comprendía muy bien «la situación de las cosas», añadió que era de urgente necesidad tomar otra casa de mejores horizontes, de más luz, de más aire, más capaz y más alegre. Debía pensarse hasta en un hotel en Recoletos o la Castellana; pero sólo pensarse por entonces. Entre tanto...

LA CHOUTE. ¡No puedo violar el secreto profesional...! BEAUVALLON. ¿Ni siquiera para ...? LA CHOUTE. Ni siquiera para ti. Y, además, ¿no tienes nada urgente que hacer...? ¡Te conozco...! ¡Deben esperarte...! BEAUVALLON. ¡Que me esperen...! ¡Te lo ruego, La Choute...! ¡Permíteme asistir a una de tus consultas...!

Pensaba ya don Germán en volverse a Madrid y renunciar a sus placeres campestres cuando recibió un telegrama urgente de Tristán concebido en los siguientes términos: «Vente en el primer tren. Urge mucho tu presencia aquíJustamente acababa de almorzar; eran las doce y media y el primer tren para Madrid salía a la una. Mandó enganchar a toda prisa y se trasladó a la estación.

Un poco molesto ya por la querella que se había buscado con su inexcusable intemperancia de lenguaje, y en la que veía que no era el suyo el mejor papel, estaba de un humor execrable y arrugaba nerviosamente la esquela tan lacónica como urgente llevada al castillo. ¿Qué diablos puede quererme? murmuraba entre dientes. Lo mejor es ir a verlo dijo sencillamente su tío.

Quedaban migajas, no muy añejas aún, del pan de la boda, cuando don Pedro celebró con Julián una conferencia, conviniendo ambos en lo urgente de que el capellán se adelantase a salir a los Pazos para adoptar varias precauciones indispensables y civilizar algo la huronera, mientras no iban a vivirla sus dueños.

Entonces, al inclinarme hacia mi hermana, vi en el suelo, junto a ella, una hoja de papel de carta rayado de azul; me apoderé de él tan vivamente como pude, sin que nadie notara ese movimiento. Después me apresuré a hacer lo más urgente, que era hacer volver en a Marta y acompañé a su cuarto a la desdichada, que dirigía en su derredor miradas atontadas. Una vez allí la acosté.