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Los seis síndicos de Valencia, segun escribe uno de ellos llamado Montaner, trageron cincuenta de acaballo consigo y trompetas, atabales y menestriles.

Y yo, María Ana, que la quiero á usted con un amor inextinguible, que se impone á la fealdad y á la vejez, yo, que he conquistado una fortuna y permanezco soltero porque de todas las mujeres que he conocido me separaba la imagen de usted y la seguridad de que algún día seríamos el uno del otro, vengo á ofrecerla á usted mi libertad. Nos casaremos, si usted quiere. Mi mano es ésta...

«Señor de Avrigny: »He cumplido veintitrés años, me llamo Amaury de Leoville y llevo, por lo tanto, uno de los apellidos más antiguos de Francia, venerado en los consejos e ilustre en los ejércitos. »A fuer de hijo único, heredé de mis padres una fortuna de tres millones de francos en bienes raíces, que me producen más de cien mil de renta.

Si el que lea estas líneas ha pasado alguna noche semejante lejos de su patria, bajo las mil circunstancias que excitan el espíritu, sabrá que es uno de los únicos momentos de la vida en que el insomnio no es una amargura insoportable. ¡Se piensa en tantas cosas! ¡Pasan éstas tan rápidas y encantadoras!

Aquí tenéis dos sueldos por barba, que no debiera dároslos, sino dos puntapiés á cada uno; y decid á la patrona que os eche un trago, que yo pago. Todos contemplaban y oían con interés al veterano, quien apenas aplacó la sed apurando un enorme cubilete de estaño lleno de cerveza, volvió á tomar la palabra: Y ahora, á cenar, ma belle.

Hasta les hubiera calificado con mucha facilidad de casos extraordinarios y entre los numerosos descubrimientos que diariamente hacía, no fue la inconsecuencia de mi tío, uno de los que menos me llamaron la atención. Aquí para nosotros, pienso que estaba algo asustado con la carga de la sobrina que le había caído en suerte.

Consistía en introducir una sortija por una cuerda y agarrarse a ésta todos los tertulianos formando corro; uno se quedaba en el medio, y los demás corrían la sortija disimuladamente gritando: El florón está en la mano. Siga el florón. Siga el florón.

Los fuertes y fortines de la nueva frontera son los mismos en número que los de la actual: esto es, seis de los primeros, uno para cada compañía de blandengues, las cuales deben proveer 20 ó 25 hombres para cada uno de los cinco fortines; y las distancias no son mas largas que en la frontera existente, y están mejor proporcionadas.

Mas ši no te oyere, toma aun contigo uno o dos: paraque en boca de dos o de tres teštigos conšišta toda la coša. Y šino oyere a ellos, di [lo] á la Congregacion: Y ši no oyere

Otra consistía en mostrarse celosos los unos de los otros y en obligar a sus respectivas damas a que declarasen en público sus preferencias. Si uno de ellos, convenidos entre anteriormente, regalaba una flor a Joaquinita, el amante de esta exigía que la arrojase al suelo y disimuladamente la pisase.