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Acaso algún cristiano hecho cautivo en la frontera, de condición noble, o algún caballero de los mal contentos y fugitivos de la corte de Castilla, se paseaban también entre aquella turba, recordando en su corazón las veladas de Sevilla y de Córdoba, y los vergeles y festejos del Guadalquivir.

Furiosa esta turba de presuntuosos teólogos, como si se hubiera maquinado echar por tierra i arrancar hasta sus fundamentos, el alcázar de la Fe Católica, discurria por todas partes bramando de coraje contra el laborioso Antonio de Lebrija i llamándole temerario i sacrílego.

1068 Ansi, ninguno se agravie; no se trata de ofender, a todo se ha de poner el nombre con que se llama, y a naides le quita fama lo que recibio al nacer. 1069 Y ansí me gusta un cantor que no se turba ni yerra; y si en tu saber se encierra el de los sabios projundos; decíme cual en el mundo es el canto de la tierra.

Le confieso, gentleman, que me turba ver su rostro de tan cerca. Me infunde espanto. Además, su fealdad aumenta por horas; las cañas de hierro que surgen de su piel son cada vez más grandes y rígidas. Habrá que ver cómo los barberos de la capital pueden suprimir esta vegetación horrible.

Se levantó y con una inspiración persuasiva propia para conmover hasta un alma tan dura, dijo, arrojándose á sus pies: ¡Por Dios, mi buena tía, olvide usted todo lo que la turba, lo que la irrita, lo que la pone fuera de , porque usted no es dueña de misma ahora, y vuelva á ser tal como yo la he conocido; justa, benévola y generosa.

Sale don Bernardino, receloso, y don Raimundo, desconfiado, y Rocchio, un corredor que teme ser corrido, y la turba de jovenzuelos bulliciosa; la ceremonia ha concluído y parece oírse el galop final de endiablada orquesta.

Salió entonces del centro de aquella turba femenina uno que, a no ser por la barba, hubiera podido confundirse con las mujeres. Traía pintadas las cejas de negro, de azul los párpados, a fin de que brillasen más los ojos, y las mejillas cubiertas de colorete.

Aspiro a conceder una limosna sin fin a este populacho hambriento, y corro el peligro de ser decapitado como instigador de rebeliones. Vengo a socorrer a un pueblo y la turba amotinada me apedrea.

Veo de pronto á los genios despreciados por las muchedumbres que luego se apropiaron su gloria con un orgullo nacional; veo á todos los artistas que abren fuentes de idealismo para la turba grosera, é inmediatamente quedan expulsados de las márgenes de su obra; veo á los poetas de la acción que derriban muros tradicionales, y nunca son los primeros que entran por la brecha, pues los sobrepasan los hábiles que se ocultaban á sus espaldas, prontos á aprovecharse del esfuerzo.

¡El amor de una mujer!... ¡de una mujer mortal!... ¿qué entiendes por ello?... ¿Una sonrisa llena de encanto, un timbre de voz que turba y trastorna los sentidos, un apretón de una mano que quema?... Ya qué es eso.