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El Gobierno de Madrid, no aprobando esta clase de política del General Blanco, envió al Teniente General don Camilo Polavieja para relevarle del cargo, mandando al propio tiempo, tropas regulares de españoles peninsulares.

Por lo que encargó á todos muy particularmente no tengan el menor recelo, ni abandonen sus habitaciones á la aproximacion de dichas tropas, y les exhortó por el presente, á que se mantengan leales vasallos de S. M., porque si así no lo egecutaren, esperimentarán los mas terribles efectos de severidad, trasladándome inmediatamente con fuerzas competentes, para dar el merecido castigo á los que no diesen entero cumplimiento á cuanto en este se previene.

La revolución de 1810 encontró en Córdoba un oído cerrado, al mismo tiempo que las provincias todas respondían a un tiempo: «¡A las armas! ¡A la libertadEn Córdoba empezó Liniers a levantar ejércitos para que fuesen a Buenos Aires a ajusticiar la revolución; a Córdoba mandó la Junta uno de los suyos y sus tropas a decapitar a la España.

También había estado en la expedición a Roma el 48. ¡Oh, Roma! Aquello que era cosa grande. ¡Qué bonito aquel paso de Pío IX bendiciendo a las tropas! Y la conversación rodaba, sin saber cómo, de la bendición papal a los amoríos del narrador.

Esta provincia de Misiones está fronteriza con los dominios de Portugal, y con algunas naciones de indios infieles, como queda dicho, y por lo mismo era preciso que el gobernador de ella fuese militar, para que en las ocasiones de algún rompimiento con aquella corona se pudiesen hacer las defensas y ofensas necesarias por este lado, y lo mismo cuando fuese preciso contener las invasiones de los infieles; y para lo uno y lo otro era menester tener aquí un cuerpo efectivo de tropas veteranas que se compusiera a lo menos de tres compañías, de a ochenta o cien hombres con sus oficiales correspondientes, y un buen comandante, sujetos al gobernador de estos pueblos.

Y tuvo que correr por las montañas de la sierra unos cuantos días, e ir a tiros con las mismas tropas que meses antes había él aclamado cuando pasaban sublevadas por Jerez, camino de Alcolea. En esta aventura conoció a Salvatierra, sintiendo por él una admiración que nunca había de enfriarse.

Las viejas tropas, armadas con arcos y lanzas, se desbandaron, dando vivas á Eulame, al recibir la primera granizada de balas de sus partidarios. El Regenerador fué elevado entonces á la dignidad imperial, y empezó el período más agitado, más sangriento é interesante de nuestra historia.

Aquello produjo gran consternación en los enemigos; pero como éstos no comprendían mi estrategia ni podían verme en el sitio donde estaba, enviaron otra columna a atacar las tropas que estaban a mi derecha, y aquella columna tuvo la misma suerte, y otra, y otra, hasta que se ganó la batalla.

Durante la confusión que siguió al ataque, algunas tropas acudieron a cercar el campo francés vencido, y otras corrieron en auxilio de los regimientos de Irlanda y Órdenes, puestos en gran compromiso.

Lo único que ponía en duda era la caballerosidad y la disciplina de aquellas tropas en las que figuraban sus sobrinos.