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El coronel se sentaba con mucha seriedad y sacaba del bolsillo un gran rábano negro; después la joven señorita que lo acompañaba, con todas las trazas de una alemana, de falda corta, chal de cenefa y sombrerito de viaje, cortaba ese rábano en rodajas muy finas, al estilo de la tierra, las espolvoreaba de sal, se las ofrecía a su tío, como ella le llamaba con su vocecita de ratón, y los dos empezaban a rumiar uno frente a otro, tranquila y sencillamente, sin suponer que su manera de conducirse en París pudiera parecer a nadie ridícula, puesto que no hacían ni más ni menos que lo que habían hecho en Munich.

El carruaje, cómodo y anticuado, llevaba en las portezuelas corona condal; el cochero y el lacayo, como haciendo juego con el portero, tenían facha de cantores de iglesia, y la dama, siempre enlutada, con trazas de poco limpia y gesto uraño, semejaba una sacristía hecha mujer.

Una mancha negra aparece en el cielo, semejante al ala de un buitre: dicha ala se desparrama, se ensancha desmesuradamente: luego, desaparece todo, todo da vueltas. Es asunto de quince minutos. La tierra queda devastada, el mar trastornado; de la embarcación, ni trazas. La Naturaleza no vuelve á recordar lo que por ella ha pasado.

Hoy, ésta y la casa contigua forman una sola; pero aún se ven claras las trazas de la antigua vivienda y aún perdura íntegro el cuarto donde se despidió del mundo el autor de los Sueños... La casa era pequeña, de dos pisos, sencilla, casi mezquina, sin requilorios arquitectónicos.

Haz que á noticia venga De todo nuestro exercito en un punto, Que sin que estorbo alguno le detenga Parezca en este sitio todo junto, Porque una breve platica ó arenga Les quiero hacer. Harelo en este punto. Camina, porque es bien que sepan todos Mis nuevas trazas y sus viejos modos. Vase GAYO MARIO.

El amor de Eduardo á la bella Condesa llena sólo su acto primero. Esta mujer enérgica se da trazas de proteger su honor, tomando una resolución varonil, y obligar al Rey á volver de nuevo á su heróica y magnánima senda, llenando la segunda mitad del drama las hazañas ejecutadas por el Monarca, después de vencer su pasión.

Novela me parece a en efecto, pero contada con tan extraña candidez y en apariencia con tan poco arte, que tiene trazas, más que de algo imaginado o inventado, de relación fiel de sucesos que verdadera y realmente han ocurrido. El protagonista de la novela, el padre Juan, a quien daban por apodo Quitolis, ha vivido sin duda, pero en su ser hay mucho de simbólico y de enigmático.

Y en esta aventura se deben de haber encontrado dos valientes encantadores, y el uno estorba lo que el otro intenta: el uno me deparó el barco, y el otro dio conmigo al través. Dios lo remedie, que todo este mundo es máquinas y trazas, contrarias unas de otras. Yo no puedo más.

Viéndose vencido de esta manera el demonio, se valió de otras trazas diabólicas para perturbar la obra comenzada, incitando y conmoviendo para ese fin á muchos de sus secuaces; pero Dios desvaneció sus intentos haciendo de los mismos diabólicos ministros fieles coadjutores de los Padres en aquella conversión.

Tal era su agilidad en los movimientos, su rapidez y violencia en las acometidas y su instinto maravilloso para secundar y ayudar los intentos, trazas y ardides de su real jinete.