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Y escribir respondió la vieja ; que a mi nieta hela criado yo como si fuera hija de un letrado. Abrió el caballero el papel, y vió que venía dentro dél un escudo de oro, y dijo: En verdad, Preciosa, que trae esta carta el porte dentro: toma este escudo que en el romance viene. Basta dijo Preciosa , que me ha tratado de pobre el poeta.

925 Y quiso al punto quitarme la lista que yo llevé, mas yo se la mesquiné, y ya me gritó: "¡anarquista! Has de votar por la lista que ha mandao el Comiqué." 926 Me dió verguenza de verme tratado de esa manera; y como si uno se altera ya no es fácil que se ablande, le dije: "Mande el que mande, yo he de votar por quien quiera."

Había tratado algo al anciano General, creía conocerlo y lo estimaba. No así Sarto, pero yo había aprendido ya que éste sólo estaba satisfecho cuando él mismo lo hacía todo, y que a menudo lo impulsaba, más que el deber, un sentimiento de rivalidad.

Debiendo yo demarcar los límites de esta Provincia y el Brasil segun el último tratado, por el cual deben quedar cubiertas nuestras posesiones, necesito que V. S. me informe de las que tiene esta Provincia en su parte septentrional: explicándome no solo los pueblos, sino tambien sus jurisdicciones, pastos y yerbales. Señor D. Pedro Melo de Portugal. Nuestro Señor, &c. Al Virey, sobre demarcacion.

»Los periódicos nos han traído noticias de la China que usted ha debido leer con tanto interés como nosotros. Parece que esa nación ha tratado ligeramente a dos misioneros franceses y que la Náyade se ha puesto en camino para castigar a los culpables. Si la Náyade no ha cambiado de comandante, esperaremos con impaciencia las noticias de la expedición. Cada uno para y Dios para todos.

A la vuelta se apeó del tranvía frente al Retiro, paseó un rato, y mucho antes de llegar la noche se fue a su casa. Allí se encontró una carta, fechada en la cárcel, que decía: «Mi respetable y amada protectora: Desde hace tres días me hallo en este lugar vergonzoso, tratado como un criminal.

Como en Vegalora y acaso en toda la provincia no había maestro de armas que le enseñase, compró un tratado, y ateniéndose á sus explicaciones y á las figuras que representaban sus grabados, se puso á esgrimir el florete contra las paredes, sin otro resultado que el de romper dos ó tres cristales y tirar un frasco de tinta sobre la mesa.

Como era muy distraída y muy corta de vista, y tenía, si es lícito valernos de una expresión gráfica aunque harto vulgar, grandes humos aristocráticos, apenas había tratado ni fijado siquiera la mirada en individuo alguno de la humanidad circunstante, como no tuviese por lo menos dieciséis cuarteles de nobleza.

Desque me vi en hábito de hombre de bien, dije a mi amo se tomase su asno, que no quería más seguir aquel oficio. Tratado Séptimo Cómo Lázaro se asentó con un alguacil, y de lo que le acaeció con él

Otra dificultad había, enteramente moral y más grave, la misma ante la cual se había detenido Ferpierre muchas veces: si la nihilista tenía conocimiento del amor de Florencia d'Arda por Vérod ¿cómo podía desear su mal? La rivalidad se explicaba en el caso de que la difunta hubiera tratado de detener al Príncipe a su lado: eso no había existido.