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De cualquier modo que sea, conste que yo no defiendo aquí esta o aquella opinión. No es lo que escribo un tratado de filosofía política. No intento tampoco presentar a doña Luz como un dechado de excelencias, sino presentarla tal como ella fue.

Pero a usted le ha tratado mal ese dios dijo Ojeda burlonamente . Usted ha vivido siempre en la pobreza. Mi dios no me conoce, no conoce a nadie. Es ciego y sordo para los humanos, como lo son las fuerzas de la Naturaleza.

Era cierto que aquel mocetón, frío, espiritual y fastidiado, le había intimidado siempre; sentíase inquieta cuando se le acercaba en su salón. Creyó recordar, sin embargo, que siempre la había tratado con una cortesía excepcional, dispensándola de las bromas burlescas con que gratificaba a las demás mujeres. Halagábala el pensar que era respetada por aquel libertino.

Don Tadeo le tomó mucho cariño: ¡eso ! No le hubiese tratado mejor aunque fuera hijo suyo. Lo único que me supo mal, fue lo de hacerle cura; pero no pude evitarlo. Si al menos fuera un cura como Muñoz Torrero o Venegas, o Martín Velasco... Calle Vd., por Dios, don José. ¿Curas liberales? ¡Son los peores!

Los antiguos señores, que sólo habían tratado de conquistarse el temor y la sumisión de sus súbditos, por ellos acostumbrados á la servidumbre, cayeron como las hojas de un árbol seco, y el pueblo, que no les tenía ni amor ni conocía lo que era libertad, cambió fácilmente de amo, esperando tal vez ganar algo en la novedad. Comenzó entonces una nueva era para los Filipinos.

Yo soy de sentir que lo mas útil, expedito, fundado y conforme al tratado, es sostener dicho Yaguarey, y que el empeñarnos en solicitar los Igatimí è Ipané no puede sostenerse en el tribunal de la justicia, aun cuando tengan y confiesen los Lusitanos la mencionada instruccion de 6 de Junio.

Y todo se había arreglado. De modo pregunté mordida en el corazón por una secreta angustia, que no se ha tratado de ... Nada de eso respondió la abuela. Acuérdate de la declaración de principios del señor Baltet... Creo que hablaba de exterminar a todo intermediario en un asunto matrimonial... No era este el caso de probar... Mejor respondí; me quitas un gran peso...

Yo soy, como sabes, muy cariñoso... No lo puedo remediar... Cuando aprecio a una persona, soy capaz de darle la sangre del brazo, ¿estamos?... Pues con la familia siempre he sido muy franco..., ya lo sabes... Lo que yo tuve, siempre ha sido tuyo... Te he tratado siempre como lo que eres... porque a nunca me ha dolido gastar uno, dos o tres, estando la familia por medio... Pues, Tomás, yo me voy haciendo ya viejo... Tengo dos años más que ... ¿No te parece que debo casarme?

¿Y cómo olvidaros, si creo que por haberos tratado en mi niñez se me han pegado vuestras picardías? Yo no soy pícaro, y si lo soy, soy pícaro á sueldo. Tanto monta, que nadie hace picardías al aire. ¿Pero dónde vivís? Paréceme de que me lleváis por las escaleras de las cocinas. Así es la verdad, hermano Quevedo; he visto cuanto podía ver, y á mi mechinal me vuelvo. Pues sígoos. En buen hora sea.

Impreso en Madrid en 1641 y reimpreso en esta corte en 1891 en la imprenta de Juan Cayetano García. En 8.º rústica con XXXI-235 páginas, 4 pesetas. III y IV. Tratado único y singular del origen de los indios del Perú, México, Santa Fe y Chile, por el Dr. Diego Andrés Rocha, oidor de la Real Audiencia de Lima.