United States or Nepal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Su compadre debía creerle a él, que era hombre de experiencia y había visto mucho. ¿La política...? una farsa; un oficio de volatineros. ¿El Ayuntamiento...? una cueva de ladrones; todos los que entraban en la «casa grande » era para robar. El otro le interrumpió.... ¡El Ayuntamiento...! Ahí estaba el toque. ¡Que le fueran a él con Ayuntamientos!

El número era funesto, y la duquesa de Bara, que supuso al punto la causa de tan repentina baja, dijo muy quedito a su sobrino el duque de Bringas: Mal número... ¿Si será esta la última cena? Con tal que no te toque a ti el papel de Judas. ¡Oh, no, no!... Yo le soy fiel a Curra. ¿Pero por qué han desertado los otros?

Aquella misma mañana concurrieron los demás al alcázar donde comieron; y al toque de vísperas se encendieron los blandones, y en las paredes de las calles por donde el Rey habia de pasar desde la ALJAFERIA, estaba escrito y señalado á cada uno su puesto. Montaner dice que solo de los de Valencia hubo 150 blandones de doce libras.

Villaverde me convidaba a recorrer sus calles desiertas, y el acento tierno y conmovido de los míos resonaba en mis oídos regocijado y amante. De aquel ensueño me sacaba la voz del Rector o el toque de Ángelus en la cercana Catedral.

Especie, Rémora vastatrix. Amados hermanos míos: si de la Mancha pasamos, pues todo es España, a la Dirección de que era jefe D. Manuel, hallaremos un espectáculo no menos patriarcal. Descontando al hijo mayor, Joaquín Pez, de quien se hablará cuando le toque; descartando también a las dos señoritas de Pez, ya casaderas, quedaban cuatro pimpollos.

¿Por qué llora usted, Rosa?... ¿Tengo yo la culpa? No, señor contestó en tono colérico. ¿Entonces? ¡Este padre, que no tiene más gusto que avergonzarme! Desde aquel día Andrés acudió a casa de Rosa. Iba de ordinario por las tardes, después de comer, y se volvía a la rectoral al toque de oración. A veces también por la mañana le guiaban a ella el deseo y los pies.

Concluida la cantata, le recitó un gentil-hombre una arenga que duró tres quartos de hora, pintándole como un dechado perfecto de quantas prendas le faltaban; y acabada, le lleváron á la mesa al toque de los instrumentos. Duró tres horas la comida; y así que abria la boca para decir algo, exclamaba el gentil-hombre: Su Excelencia tendra razon.

Necesitaba que las personas le gustasen ó le disgustasen para fijarse en ellas, y con gran dificultad acertaba la gente á gustarle, y mucho menos á disgustarle. Así es que, mostrándose muy urbano con todos, apenas reparó en ninguno. Al toque de oraciones sirvieron el refresco.

Cuando vio que no conseguía nada por las malas, se puso a hacerme caricias... ¡Anda, Carmelita, monina, ponme la corbata... te he de dar un dulce de los de la mesa... Yo le decía: ¿El que te toque a ti? , , el que me toque a ... ¡Oh, qué malo! ¡No sabe V., señorita, las monerías que hizo para sacármela! ¡Pobre Chuchú! ¿Por qué no se la ha puesto V.?

Bueno será que repartan un poco entre los pobres que aquí estamos. Porque si usted no necesita de ese dinero, hay por aquí muchos infelices á quienes les vendrá muy bien. ¿Y piensas , botarate exclamó el capitán con ímpetu, que esos señores van á traer unos cuantos sacos de doblones y á toque de campana los repartirán como si fuesen avellanas?