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Yo, que no tenía otro móvil que la justicia, cuando les vi, cuando me persuadí de que pecaban, creo que si tengo un revólver, les suelto los seis tiros por la espalda. Bien, bien dijo la esposa con ferocidad . ¿Por qué no lo hiciste? Eres un tonto... Aunque después me hubieras matado a también. Tienes derecho a hacerlo. Les vi entrar en aquella casa... Fortunata abría los ojos con espanto.

¡Ay, hija! exclamó aquélla respondiendo a la última frase. ¡Si vieras qué catarrazo he pillado la otra noche en el teatro! El tonto de Ramoncito Maldonado es el que ha tenido la culpa. Con tanto saludo y tanta ceremonia, no acababa de cerrar la puerta del palco. Aquel aire colado se me metió en los huesos. Ha tenido fortuna ese aire manifestó con sonrisa galante el general Patiño.

Pero mujer... Déjame, voy a tirar de la campanilla. Tonto... loco... estate quieto o te pego. Que se levanten todos en la casa para que sepan... Pero, ¿es farsa tuya? , te lo conozco en los ojos. Si no te estás quieto, no te digo más... Bueno, pues me estaré quieto... Pero responde, ¿es presunción tuya o...? Es certeza. ¿Estás segura?

Me voy a acostar. ¡Tengo un dolor de cabeza tan fuerte!... Espera un poco... Déjame darte un beso en la frente... Ahora otro en los ojos... Ahora otro en los labios... Ahora en las manos... Adiós. Adiós. Suelta, Ricardo, suelta... El joven la tenía sujeta aún por las manos, riendo de felicidad. María forcejeaba por desasirse, riendo también. Vamos, déjame marchar; no seas tonto.

Pero, hijo replicó la fundadora , si usted es un pobre. ¿Qué necesidad tiene de ese gasto? Si no hubiera más remedio, muy santo y muy bueno. Pero no sea usted tonto y guarde su dinero, que bastante falta le hace. Esta obligación la pagará quien debe pagarla, y no digo más: al buen entendedor...

889 Pa tallar, tome la luz; la sombra al alversario; acomódese al contrario en todo juego cartiao: tener ojo ejercitao es siempre muy necesario. 890 El contrario abre los suyos, pero nada ve el que es ciego: dandole soga, muy luego se deja pescar el tonto; todo chapetón cre pronto que sabe mucho en el juego.

Había acabado la carrera aquel año y su propósito era casarse cuanto antes con una muchacha rica. Ella aportaría el dote y él su figura, el título de médico y sus habilidades flamencas. No era tonto, pero la esclavitud de la moda le hacía parecer más adocenado de lo que acaso fuera.

Parece que forma parte de su religión sacar, sea por medios lícitos o ilícitos, todo lo que pueda, del caballero, y luego injuriarlo en la cervecería de la aldea y burlarse de él, presentándolo como un tonto que se deja engañar de esa manera.

Considerábase como si hubiera estado durmiendo hasta el momento en que su destino le puso delante la mujer aquella y el problema de la redención. «Cuando yo era tonto decía sin ocultarse a mismo el desprecio con que se miraba en aquella época que bien podría llamarse antediluviana , cuando yo era tonto, éralo por carecer de un objeto en la vida.

Que conste... Yo la perdí... ... que conste también; es preciso que cada cual cargue con su responsabilidad... Yo la perdí, la engañé, le dije mil mentiras, le hice creer que me iba a casar con ella. ¿Has visto?... ¡Si seré pillín!... Déjame que me ría un poco... , todas las papas que yo le decía, se las tragaba... El pueblo es muy inocente, es tonto de remate, todo se lo cree con tal que se lo digan con palabras finas... La engañé, le garfiñé su honor, y tan tranquilo.