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¡Tonta! exclamó Laura, cada vez más animada y con un modo que en ella no era natural, Adriana no podría enamorarse nunca de un muchacho como José Luis, tan pura espuma como él es. Pero empezó a sospechar, , a sospechar en serio, muy en serio, que yo me estaba enamorando de Julio. ¡Y se había puesto celosa! ¡Qué alma más buena, más delicada!

Isidora se puso las manos ante la cara con muestras de horror. «Es el trabajo más bonito añadió Miquis . Tonta, ¿por qué no se ha de hablar de esto? Si es la realidad, la ciencia... ¿Qué sería de la vida si no se estudiara la muerte? Nada me gusta como la Cirugía, chica. O he de ser un gran cirujano, o nada. Verás.

¿Qué hace usted? Si los quiere para comprar porquerías... Esta tonta no pide; pero cuando se los dan los toma. No crea usted que es gastadora. ¡Quia! Todo lo va guardando en su hucha y tiene ya un capital. Esta sale... Sale a papá... Vaya, a casa, que os enfriáis aquí... ¡Cómo sudas, hija!... Allá voy en seguida.

¡Cómo me gusta entrar aquí cuando estás trabajando!... Me parece que ya eres mío. Los días que no vienes también suelo entrar alguna vez, para fingirme que vivimos juntos... y estabas aquí... y que ibas a volver en seguida. ¡Qué lejos está eso! Mientras me quieras, no importa. ¿Sabes, Paz, que parecemos tontos? ¿Por qué? : , tonta; yo, malo.

Yo te juro que no despertaba en ni el amor más insignificante, ni tan siquiera un capricho de momento. No hay ejemplo de una frialdad como la que yo sentía ante ella. Bien me lo puedes creer. No sólo no me inspiraba pasión, sino que hasta me repugnaba. Eso dijo la esposa , que te lo crea otro, que lo que es yo... ¡Qué tonta eres!

Extendía sus piernas con la complacencia del que se ve un momento en libertad, acostumbrado a todas horas a imponerse con el ceño adusto de la dominación. Pero ¿no estaba usted enfermo? preguntó la jardinera . Yo pensaba pasar esta tarde a palacio para preguntar a doña Visita por su salud. Calla, tonta; nunca me he sentido mejor: especialmente desde esta mañana.

Al pasar por San Pascual santiguóse Currita muy de prisa, y Jacobo, oprimiéndola el brazo cariñosamente, dijo en son de burla: ¡Tonta!... Llegaban al ministerio de la Guerra, y allí Currita se tranquilizó más todavía, porque comenzaba a poblarse aquella soledad que la aterraba.

Una mano infame había trazado con carbón de diseñar, en los dos ricitos del retrato, la prolongación más sarcástica, el insulto más villano. El niño se puso muy rojo, luego pálido, muy pálido. Cogió el retrato, escondiólo bajo el gabán y fuese hacia la puerta sin decir palabra. Lilí se puso a llorar; entonces volvió el niño y le dio un besito. No llores, tonta...

Por entre el ramaje y el hierro de las verjas veíase la blancura del mármol de los panteones. El brazo de la muchacha se estremeció de inquietud, apretando el de su novio. ¡Tonta! exclamó Maltrana . ¡Si esto es un jardín!

¡Qué bien está! decía Lilí. Pasó media hora; Lilí se impacientaba y estiraba las piernas. No viene decía. ¡Calla, tonta!... Sonó un ruido; Lilí dio un codazo a su hermano; susurróle al oído: ¡Ya viene! Y se encogió mucho, mucho... Y venía, en efecto; pero no venía sola... Venía con ella el tío Jacobo, hablando de cosas que ellos no entendían, ¡qué fastidio!