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El pobre tiene razón. ¿Por qué se han de meter los del coro en si don Sebastián vive así o asá y tiene estos líos o los otros? ¿No les deja él hacer lo que quieren? ¿Les dice acaso una palabra de sus visiteos escandalosos, a pesar de que todo Toledo los conoce? ¿Y los canónigos qué dicen del cardenal?

Obedecieron á regañadientes, con el propósito de volver, aunque fuese arrastrándose, y presenciar el espectáculo. Toledo dejó las dos pistolas sobre una antigua mesa veneciana. Ya estaban listas; que nadie las tocase: eran algo sagrado.

Otro día les rogó Andrés que mudasen de sitio y se alejasen de Madrid, porque temía ser conocido si allí estaba; ellos dijeron que ya tenían determinado irse a los montes de Toledo, y desde allí correr y garramar toda la tierra circunvecina.

Las tribus que se internaron por España no hallaron descanso ni tregua á sus dolores hasta que, compadecida Toledo de tan amargas desventuras, les abrió sus puertas y les dió un lugar en su recinto. ¡Pobres proscritos!

Maimónides, Ibn Gebirol, los Ben Ezrra, Jehuda-Leví de Toledo y otros muchos filósofos, doctores y poetas nos pertenecen, como por ejemplo, Mendelshon ó Enrique Heine pertenecen á Alemania.

Este pensamiento me han sugerido varios autores que afirman que los descendientes de aquellos judios de la sinagoga de Toledo que contradijeron la muerte de Jesus, merecian ser premiados i tenidos por buenos.

En los primeros días le sedujo la novedad de ver caras extrañas, de sentir el roce de aquel arroyuelo de curiosos que, bifurcándose de la gran inundación de viajeros que corrían Europa, llegaba hasta Toledo. Pero al poco tiempo le parecieron iguales las gentes que veía todas las tardes.

Luego que entró D. Alonso en Zaragoza se alojó en el palacio de la Azuda, junto á la puerta de Toledo, cuya construccion se atribuye á Aben-Aya ó Aben-Aire, y de quien se supone tomó nombre la calle de Bonaire.

Era la misma de la tarde del desafío, cuando encontró á la inglesa con los dos ciegos; una voz hermosamente grave, en la que parecían gotear lágrimas. Toledo sólo apareció algunos instantes después, saliendo del pabellón del jardinero, para encontrarse con el príncipe, que regresaba pensativo hacia su «villa». Lubimoff habló para darle una orden con tono duro.

»DOCTOR. No fue entendida ni tuvo nombre señalado, causa de prohijarse muchos de donaire. »Digo pues, que estas de cuerpo se suelen acertar mas facilmente. Sastre conoci que entre diversas representaciones que compuso, duraron algunas quinze ó veinte dias. »ISIDRO. Esse fue el que llamaron de Toledo.