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Finalmente, algunos que allí estaban, y a mi parecer no sin harto temor, se llegaron y le trabaron de los brazos, con los cuales daba fuertes puñadas a los que cerca dél estaban. Otros le tiraban por las piernas y tuvieron reciamente, porque no había mula falsa en el mundo que tan recias coces tirase.

Esta sopa boba, a la cual los granujas llaman piri, atrae a mucha gente menuda a los alrededores del cuerpo de guardia, y se la disputan a coscorrones. Después de bien llena la panza, nuestros dos amigos bajaban hacia el río. Si tenían ganas de trabajar, ayudaban a las lavanderas a subir la ropa; si no, tiraban hacia las Yeserías.

Y no hay sólo en el P. Ignacio el espíritu conservador, sino también el de reforma y el de progreso. «Todos sus pensamientos y cuidados, dice el ya citado biógrafo, tiraban al blanco de conservar en la parte sana ó de restaurar en la caída, por y por los suyos, la sinceridad y limpieza de nuestra feTodavía hay otra idea elevadísima, si no desconocida y seguida en otros institutos religiosos, por ninguna observada y seguida con más firmeza y perseverancia que por la Compañía de Jesús: la idea y el propósito de divulgar las ciencias, las letras y toda cultura, haciendo de ellas y del progreso humano preciosos y dignos auxiliares de la religión.

Sin aguardar á que saliesen los que quedaban en el fuerte, D. Guillén y otros tres, con hasta 20 soldados, llegaron á la primera trinchea, que estaba delante de la en que tenían la batería, que la habían dejado los turcos antes que ellos llegasen, y recogiendo gente de la que salía del fuerte para ir adelante, vieron que los que habían salido de vanguardia se retiraban al fuerte con harta más priesa y poca orden que era menester, porque los enemigos los seguían, ni tiraban tanta escopetería como solían y flechas, como otras veces.

Venían cada día los turcos á reconocer el fuerte desde unos palmares que estaban á tiro de cañón dél. De allí tiraban á la gente que estaba de guardia á los pozos, donde había cada día escaramuzas, donde había muertos y heridos de todas partes.

No veía á nadie, pero unas manos ocultas en la sombra tiraban de una de sus piernas con fuerza sobrenatural. Hasta creyó oír el crujido de sus músculos y sus huesos. A pesar de que los amigos rodeaban su cama las manos invisibles siguieron tirando de la pierna, mientras él lanzaba rugidos de suplicio.

Y enternecido por la alegría pueril del amanecer, lanzaba su voz de bajo á través del marítimo silencio, entonando unas veces romanzas sentimentales que había oído en su juventud á una tiple de zarzuela vestida de grumete; repitiendo otras las salomas en valenciano de los pescadores de la costa, canciones inventadas mientras tiraban de las redes, en las que se reunían las palabras más indecentes al azar de la rima.

Eran los vehículos de los traperos, unas cajas descubiertas de las que tiraban pequeños borricos. Los dueños iban tendidos en el fondo, continuando su sueño, con la tranquilidad que les daba el estar a aquellas horas la calle de Bravo Murillo libre de tranvías.

Pero los ruegos de su hija y la voluntad de Pepeta pudieron más, y escoltada por muchas mujeres, salió de la barraca con el delantal en la cara, gimiendo, tambaleándose, sin prestar atención á las que tiraban de ella disputándose el llevarla cada una á su casa. Comenzó Pepeta el arreglo de la fúnebre pompa.

Delante de todos venía un castillo de madera, a quien tiraban cuatro salvajes, todos vestidos de yedra y de cáñamo teñido de verde, tan al natural, que por poco espantaran a Sancho. En la frontera del castillo y en todas cuatro partes de sus cuadros traía escrito: castillo del buen recato. Hacíanles el son cuatro diestros tañedores de tamboril y flauta.