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El redactor disidente, a falta de datos, manifestó que era una tontería el ir contra la opinión general: yo sostuve con serenidad que había muchas opiniones generales erradas, y que una de ellas era ésta; y en apoyo de mi tesis, solté el chorro de la ciencia que había adquirido tres días antes.

Y se puso a contarle, en apoyo de la tesis de Villamelón, horrores..., horrores de Jacobo... Paco Vélez se lo había dicho todo la noche antes: ella, ¡claro está!, por prudencia había callado tanto tiempo; pero ya era hora de hablar, y a fuer de buena amiga debía desengañarla...

También aquí se habla con el más profundo desprecio de las joyas verdaderas del teatro español, pero también, por patriotismo, se intenta probar que no faltan en España tragedias artísticas y perfectas, en la acepción genuína de esta palabra, numerándose, para demostrarlo, todas las imitaciones secas y frías de las tragedias antiguas, hechas por españoles, desde Pérez de Oliva hasta Francisco López de Zárate, y celebrándolas como las alhajas más valiosas del Parnaso español; por último, Josef Velázquez, en sus Orígenes de la poesía española, publicados en 1754, reprodujo los juicios críticos de los tres literatos mencionados, pero añadiendo que esos literatos no tenían necesidad alguna de esforzarse en probar su tesis, contraria al teatro nacional español, porque siempre las personas ilustradas y eruditas no le habían dispensado estimación alguna; no así el populacho ignorante.

Lo singular de esta tesis, tan manoseada por unos y otros, era para la solemnidad y la hondura del sentimiento con que me la exponían en todas partes. La misma hermana de Neluco, tan jocosa y tan chancera en sus descosidos discursos, se formalizó hasta conmoverse al exponérmela. Y éste era el lado por donde más me llamaba la atención aquel tema, que iba, por lo demás, degenerando en manía.

No yo, ni me lanzaré a escudriñar y a investigar si el Sr. Baroja ha intentado con su novela demostrar alguna tesis o darnos alguna lección moral, social o política.

La única diferencia substancial que encuentro yo entre esta novela y las demás de Pereda, y lo que me hace declararla realista a medias, consiste en que es un libro de tesis, en que abandonando el autor, hasta cierto punto, la observación desinteresada, principal musa suya, trata de inculcar, aunque no directamente, no una, sino muchas y varias moralidades.

Me consuela de mi contradicción y me mueve á creer que no debo ser censurado por escéptico, sino aplaudido por sincero, el notar que la contradicción mencionada no está sólo en mi, sino también en todos los espíritus. El arte debe ser por el arte. El poeta no debe proponerse la demostración de ninguna tesis: no debe enseñar, sino deleitar.

Yo no si todo esto era creíble al pie de la letra y fundamento sólido para su tesis; pero desde luego era simpático como chispazo escapado del martilleo sobre la principal, harto más seria y demostrable. Salieron a plaza también mis excursiones y entretenimientos desde que había llegado de Madrid. Díjele por dónde había andado y la cumbre más alta a que había subido en compañía de don Sabas.

Mi padre le explicaba el argumento y hacía especial hincapié en la tesis, o, como él decía, la idea, a lo cual replicaba el conde, pensativo: «Pues no creas; eso tiene intríngulis:» «¡Que si tiene!... replicaba mi padre, con inocente petulancia . Ya verá el señor conde cuando el drama se estreneProbablemente sería más racional que los de su conterráneo el señor Linares Rivas interrumpí.

Lo que es yo quiero esperarlo, lo espero y desisto de hacer nuevas observaciones y de presentar otras dificultades y dudas, porque entonces sería mi artículo el cuento de nunca acabar; pero, a fin de determinar mi esperanza, fijándola, arraigándola, cimentándola y no dejándola en el aire para que el aire se la lleve, voy a poner aquí las principales conclusiones que yo saco de todo, ora sean favorables, ora adversas a la tesis del Sr.