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Aquellos bigotes terribles no servían, en realidad, más que para que todo el mundo se subiese a ellos: y el más encaramado de todos era Miguel, a quien su padre no sabía negar nada, que hacía cuanto se le antojaba, fuese tuerto o derecho, y que con su mala educación daba pie a que se dijese lo que su tío le había dicho aquella tarde.

Este joven intrépido, que se acercó al polo más que ningún otro mortal, al morir ganó la corona con que adornaron su tumba las sociedades científicas de Francia: el primer premio de geografía. En su relato, que encierra hechos tan terribles, hay uno conmovedor, el cual da la medida de los sufrimientos inauditos anejos á tal viaje: hablamos de la muerte de sus perros.

Dawson, que rápidamente conoció la clase de hombre que era Hales, le ayudó ocultamente a tenerme bajo su poder, cosa que yo ignoraba por cierto. El móvil que tuvo para hacer este casamiento, en tan terribles circunstancias para , fue de largo alcance y previsión.

¡Todo el mundo! ¡Todo el mundo lo dice! Pues «todo el mundo» dice mentira. ¿Mentira? ¡Que me azoten en la plaza, y que no lo sepan en mi casa! Usted dirá lo que guste... pero si no es verdad eso que cuentan, usted tiene la culpa de todo, porque le hace usted unos osos terribles.... Noche a noche va usted a oirla tocar.... Allí se está usted horas y horas, en la baranda de la Plaza.

Pero en aquel estrecho del Mediterráneo la seduccion es mas poderosa que en ninguna otra parte, por el contraste de las razas y civilizaciones que se ven frente á frente al traves de ese valle movedizo, casi siempre atormentado por terribles tempestades.

Todos pensaban lo mismo, lanzando terribles ojeadas a los entusiastas: «Pero ¿cuándo se marcharán estos tíos «lateros»? ¡Mardita sea su arma!...»

¿Y crees que quien tiene éstas y otras terribles pruebas contra Lerma no te tiene en sus manos? ¡Dios mío! exclamó medio muerto de terror el cocinero. ¿Y crees que si yo digo á Lerma: «la vida de Francisco Martínez Montiño por estas cartas», no te llevará Lerma al cadalso? Tened compasión de , Manuel; tened lástima de un hombre de bien que ningún mal os ha hecho.

Describía los terribles jinetes de galope vertiginoso, impalpables como fantasmas, y tan terribles en su cólera, que el adversario no podía mirarlos de frente. En la portería de su casa y en varios establecimientos de la calle le escuchaban con todo el respeto que merece un señor que, por ser extranjero, puede hablar mejor que otros de las cosas extranjeras.

Dos familiares del Santo Oficio y cuatro soldados custodiaban a cada uno de los reos, mientras un fraile dominicano le predicaba continuamente poniéndole ante los ojos el santo signo de la cruz. Todos llevaban, a más del sambenito, el bonete trágico y burlesco, la amarilla coroza, cubierta de terribles pinturas de llamas y demonios.

Por no qué fútil motivo, riñó con Marcial, intimándole la inmediata salida de la casa; también dijo terribles cosas a su marido; y durante la comida, aunque éste celebraba todos los platos con desusado calor, la implacable dama no cesaba de gruñir.