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Cuanto más alto, más duro y espinoso es para el que quiere servir a Dios. Usted, al hablar de injusticia, los ha considerado por lo visto como una granjería, y ha pecado gravemente. Si no he dado el cargo de coadjutor a la persona por quien usted se interesa, esa persona debe agradecérmelo, pues la he librado de muchas terribles responsabilidades que dificultarían su salvación eterna.

Pensaba en los chuetas, que, según la opinión popular, no eran lo mismo que las otras personas; seres de miseria sórdida y contacto viscoso, que debían ocultar terribles deformidades. ¿Quién podía afirmarle que Catalina era igual a las otras mujeres?... Al momento pensaba en Pablo Valls, tan alegre y generoso, superior por sus cualidades a casi todos los amigos que él tenía en la isla.

Usted no le conoce, yo : ya me he informado de su carácter y de sus ideas. No sólo es un hombre extravagante é intratable, sino un fanático sin corazón, un hombre feroz, de perversos instintos y cálculos terribles. No: usted no puede seguir más tiempo en manos de ese hombre, que no es su pariente, ni su amigo: que se llama su protector, para hacer de usted una víctima de su orgullo brutal.

El domador se detuvo un momento y se oyeron en el interior de la barraca terribles rugidos, y como contestándolos, el ladrar feroz de una docena de perros. El público quedó aterrorizado. En el desierto...

El clima influye de igual manera en los animales bípedos que en los cuadrúpedos. Las terribles lecciones y las duras enseñanzas que estas luchas hayan dado á los filipinos, habrán servido para mejorar su moral y robustecerlos.

Sabía mejor que nadie, que hay en la vida de las mujeres esas horas de enervación y de presión moral, horas, por decirlo así, sin defensa, de las que un hombre de penetración y atrevido sabe sacar terribles ventajas. Es así como se explica que mujeres distinguidas lleguen a ser algunas veces presa de la más vulgar de las galanterías.

La conciencia de su ignorancia y el más estólido orgullo se combinan monstruosamente para dar este resultado. ¡Depender de semejante mujer como sirviente, ó necesitarla por cualquier concepto, basta y sobra para formarse cabal idea de cómo serían los más terribles señores de horca y cuchillo! La niña de esta casa no habla jamás.

Después subía como desesperado gato por la cuerda de las campanas, y por la misma vía subían también los puñales terribles. Luego se lanzaba por el interior angosto y húmedo de las cañerías que recibían el agua de los tejados, y la turba se precipitaba también por el interior del tubo, haciendo un ruido semejante al del agua.

Era como la cruel aberración de una divinidad empeñada en causar todo el mal posible a seres extraviados... pero no: era la lógica del mar, unida a la lógica de la guerra. Asociados estos dos elementos terribles, ¿no es un imbécil el que se asombre de verles engendrar las mayores desventuras? Una nueva circunstancia aumentó para y para mi amo las tristezas de aquella tarde.

El mismo Fray Juan de Santarén hubo de entusiasmarse y dijo que, dejando por lo pronto los medios de persuasión, hasta que aprendiese él con facilidad alguna de las lenguas que por allí se hablaban, empuñaría un arcabuz y transmitiría así sus creencias a los infieles por medio de terribles lenguas de fuego.