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Por supuesto, que no sopla con tanta violencia á la embocadura del Sena, á la sombra de los bosques de manzanos de Honfleur y de Trouville. Al partir el manso río, se desliza suavemente á la izquierda, trayendo el influjo de su carácter agradable y pacífico. Hase descrito en otro sitio de esta obra el mar vehemente, con terrible frecuencia, de Granville, Saint-Malo, Cancale.

En vez de la cara de miseria y de desesperación del pobre 2317, Jacobo vió en el espejo un vigoroso marinero quemado por el sol de los trópicos. Tragomer le entregó un revólver y le dijo con terrible resolución: Ahora, toma este arma, ¿Está convenido que no te cogerán vivo? Yo te defenderé, si es preciso, hasta el último aliento.

Cuando por casualidad estaba menos ebrio y la mujer del manto y su niño tardaban en presentarse, el gaucho experimentaba cierta decepción. Una noche, con gran sorpresa suya, no vió á la difunta y á su pequeño. Permaneció despierto en su cama hasta el amanecer, aguardando en vano la terrible visita.

Quería revelarle el terrible secreto cuanto antes, aquella misma noche. No había que perder ni un día; desde la mañana siguiente tenían los dos que cambiar de vida, había que poner puntales a la casa, y esto no admitía espera.... «En adelante, menos cavilaciones y más acción. Se trata de mi hijo.

Y es porque el alma del público, esa alma que creemos enorme y terrible, es, en el fondo, un alma frágil y movible de mujer. ¿Quién podría medir las miríadas de ideas, de voliciones, de recuerdos, de anhelos, vertiginosamente minúsculos, que cooperan al génesis de una obra literaria?

Como si quisiera terminar cuanto antes su conversación con Manos Duras, le preguntó con forzada alegría: Usted me dijo una vez que me aprecia mucho y está dispuesto á hacer lo que yo le mande, por terrible que sea. Se llevó Manos Duras una mano al sombrero para saludar, y sonrió, mostrando sus dientes de lobo. Ordene lo que quiera, señora. ¿Desea que mate á alguien?

Para encontrar algo parecido, no igualado, sería preciso remontarse a la época en que González Bravo ejercía de revolucionario en el famoso GuirigayTe confieso que yo me reí anoche un poco cuando leí el Heraldo; pero luego me puse serio. Indudablemente dije , yo soy un hombre terrible.

Puede fácilmente suponerse el terrible efecto, la honda impresión, la desesperación que causaría en la duquesa aquel lance tan serio, tan grave, de tan terrible trascendencia. ¡Y luego no saber el autor de aquel desacato!

El joven extendió sobre el cuerpo de ella un traje de percal y la poca ropa blanca que colgaba de unos clavos. Estas telas sutiles eran de un abrigo ilusorio. La enferma seguía estremeciéndose, y el pobre Isidro, que temblaba de frío, se quitó el macferlán para añadirlo a la cubierta. Era una noche terrible. Maltrana paseábase por el cuarto como si estuviese en medio de la calle.

Detrás del tal Despoblado se encontraba algo peor: la terrible Puna de Atacama, un desierto de inmensa desolación, donde morían los hombres y las bestias, unas veces de sed, otras de frío, y en algunas ocasiones caían abrumadas por el viento. Ovejero se guardó las espuelas en el cinto, renunciando á su dignidad de jinete para convertirse en peatón.