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¡Qué niño es usted! dijo el realista; ¿qué importa que esa gente tenga algún prestigio? ¿Y no significa nada el apoyo de aquella persona tan alta ... de aquél que todo lo puede? ... Del Rey, dígalo usted de una vez. Ya sabe usted cual es el pensamiento del Rey.

Por Dios, nena; no eres mi querida; ¡eres mi alma! Yo soy una mujer que tié que gastar en comer, y en vestir, y en zapatos, y cuando un zángano no dispone de posibles... ¿o es que me voy a guisar el aire? Cuando he tenido... y en cuanto tenga... Pus entonces güelves.

Fórmase, pues, del animal un género comun, cuya nocion es extensible á todos los hombres: de suerte, que no puede estar en el entendimiento el concepto de animal, sin que por él haya una nocion genérica, que tenga tambien por objeto al hombre.

Voy a poner la mesa... Tenga usted quietecitas las piernas, que necesito de ellas en este momento. Juntó las suyas con las del clérigo, extendió una servilleta por encima y fue colocando los víveres. Los frascos con el vino los puso en el suelo. Me parece que no habrá necesidad de que saque los tenedores, ¿verdad?... Seamos humildes. Comamos con los dedos.

Por el Sr. D. José Merelo, se dijo: Que se conformaba con el voto del Sr. D. Pascual Ruis Huidobro, y que tenga voto consultivo el Sr. Síndico Procurador. Por el Sr. D. Francisco Pico, se dijo: Que reproducia lo espuesto por el Sr. D. Cornelio Saavedra, teniendo á mas el Sr. Síndico voto activo y decisivo. Por el Sr. D. Gerardo Bosch, se dijo: Que se conformaba con el parecer del Sr.

De su hambre y desastres trataremos, Siquiera porque alguno haga memoria De piedad, y á Dios le rogaremos, Que tenga

Hay que hacer notar, de pasada, que es a este grande hombre a quien mi familia debe su ilustración y que mi nobleza data de él, lo que no prueba que venga de muy lejos, pero tampoco prueba que tenga un origen indigno, y esto que sería una gran desgracia.

Evaristo me habló también del hipódromo; criticó mucho que la pista de Palermo no tenga césped, como las pistas de París y de Londres.

¡Puño! exclamó arrebatado de furor. No sois más que unas ruines mujeres. ¿Vais á dejar que ese cerdo se vaya riendo de la gracia? No será ¡mal rayo! mientras Bartolo de Entralgo tenga cinco dedos en cada mano. Y alzándose con toda la presteza que le consentía la magnitud de su trasero, se dirigió á la puerta y la abrió con violencia.

Su entrada en los teatros y paseos de Sevilla levantaba siempre un murmullo de admiración en la gente: los forasteros se apresuraban a preguntar a los naturales: ¿Quién es esa joven? ¿Le gusta a V., verdad? solían contestar chuscamente, pues tenga V. cuidado, porque es de mírame y no me toques.