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Pues dice que a dónde van ellas por esos mares de tan lejos... No, no; más vale simple cura por aquí, que arzobispo allá, donde, según dicen, son las doce del día cuando aquí tenemos las doce de la noche. En los antípodas.

Necesito buscar otra asistenta... Bien quisiera seguir manteniéndola... pero no soy rica, como usted sabe... tenemos muchos gastos... señora, , ya lo comprendo respondió la infeliz con sonrisa humilde y forzada. Demasiado ha hecho por . Salió de aquella casa, su último refugio, con el corazón apretado y las piernas vacilantes. Llegó a la zahurda que habitaba en los arrabales.

Tenemos, pues, que el sol reverberaba en el cenit; que el cielo, ó sea el espacio á que no alcanzaba la sombra de la luna, seguía inundado de luz como antes del fenómeno, y que, sin embargo, la noche caía sobre la tierra, súbita, aceleradamente ya, sin gradación ni crepúsculo, como si nuestro planeta hubiese tenido luz propia y un soplo del Hacedor la hubiera apagado repentinamente.

Siempre tenemos razones para amar a nuestro padre, y Dios lo es para los que le ruegan, para los que tienen confianza en

En esto se había alejado el de los cuernecillos, y entreoí estas palabras: Nada ha sospechado. ¿Cómo era posible? Si salí una hora después que él... ¿A las cuatro ha dicho? . Tenemos tiempo. ¿Estás segura de la criada? No hay cuidado alguno, porque...

Diantre! es decir que para entrar á Francia teníamos que hacer un viajecito léjos de Francia, en busca de un visa? Probablemente. Pero si en Estuttgard ni Carlsruhe no hay ministros ni cónsules de mi país.... Eso no es culpa mia. Y bien, señor comisario, U. se equivoca. Nosotros tenemos derecho de entrar á Francia, sin visa especial, como cualquier frances. ¿Por qué?

Hasta la extraña fisonomía de éste, que era un indio, pasmó á los bermejinos, con deleite y satisfacción de D. Fadrique. Tuvo además un placer indescriptible en contar sus aventuras y en hacer descripciones de países remotos, de costumbres peregrinas y de casos singulares que había visto ó en los que había tomado parte. Nada de esto debe movernos á rebajar el concepto que del Comendador tenemos.

»Nosotros fingimos no ver lo que hace. ¿De qué sirven los reglamentos ante la muerte?... Lo que importa es que proporcione un poco de alegría al que se va. Cada uno hace el bien como puede. Anoche la sorprendí empleando su método en la sala de los desesperados. Tenemos un tirador marroquí con las piernas y el vientre deshechos. Va á morir de un momento á otro; tal vez ha terminado á estas horas.

Has de saber que aunque en el Cielo tenemos juegos eternos; siempre deliciosos, el Abuelo nos manda al mundo esta noche para que enredemos un poco en los Nacimientos.

Así tendríais el espíritu más tranquilo durante el resto de vuestra vida, maese Marner dijo Dolly , estoy segura. Y si hay medio de obtener algunas luces en el Patio de la Linterna de que habláis, como tenemos necesidad de ellas en este mundo, yo misma me alegraré de que podáis traerlas con vos.