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Se acabaron las miradas feroces, los gestos severos, las mudas escenas entre madre e hijo, que presenciaban con temor los íntimos de la casa. Ya no iba a la casa azul; lo sabía con gran certeza, gracias al espionaje gratuito con que la servían las gentes afectas a la familia.

Ni la religión ni la ciencia supieron hacerles mansos de corazón. La única virtud que les faltaba era la tolerancia. Al cabo de mucho tiempo recibieron aviso de que su madre se moría, y casi a la misma hora, sin temor a encontrarse, llegaron a la antigua casa solariega.

¿Cómo supiste que yo estaba aquí? preguntó Dimmesdale con temor. En realidad de verdad, respondió el médico, no sabía nada de esto. Gran parte de la noche la he pasado á la cabecera del digno Gobernador Winthrop haciendo en su beneficio lo que mi poca habilidad me permitía. Á un mundo mejor ha partido, y yo me dirigía á mi morada, cuando brilló esa luz extraordinaria.

4 Riquezas, y honra, y vida, [son] la remuneración de la humildad y del temor del SE

Dolly, muy perpleja al oír aquella expresión nueva, no se atrevió a llevar más lejos sus preguntas por temor de que la palabra capilla significara algún antro de maldad. Después de un instante de reflexión, dijo: Pues bien, maese Marner, nunca es demasiado tarde para cambiar de conducta. Si nunca habéis frecuentado la iglesia, no os imagináis el inmenso bien que os haría el ir a ella.

Iba á caer sobre él con los puños, con los dientes, entablando una lucha prehistórica, la pelea animal antes de que el hombre inventase la maza. Tal vez el otro ocultaba un arma y podía matarle; pero él, en su soberbia vengativa, sólo veía la muerte del enemigo, repeliendo todo temor.

Maxi salió a la salita, y José Izquierdo se le cuadró ladrándole así: «¡Ah!, era usté. Ora mismo a la calle... brrr... ¡Y que tengo yo un genio mu blando...! Pues si le llego a ver antes ¡hostia!, me caso con la santísima... si le llego a ver antes, por el judío balcón, ¡hostia!, va solutamente a la calle». Sin demostrar temor alguno, Maximiliano sonreía.

Volvió la espalda a la ventana con los ojos llenos de alegría, porque el temor más grande de la esposa se había desvanecido. Amigo mío, me alegro de que estéis de vuelta dijo adelantándose hacia él . Comenzaba a estar...

6 El hijo honró al padre, y el siervo a su señor; y si yo soy Padre, ¿qué es de mi honra? Y si soy Señor, ¿qué es de mi temor? dijo el SE

El joven sintió lo que nosotros no nos atrevemos á describir por temor de que nuestra descripción sea insuficiente; era aquella una de esas agudas sorpresas, que trastornan, aplanan, por decirlo así, causan una revolución poderosa en quien las experimenta. Don Juan vaciló, y para sostenerse apoyó sus manos y su frente en la repisa de piedra del nicho de la imagen.