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Llegaba la muerte; pero a gran velocidad, por el telégrafo. Al decirle un empleado que su mujer con la niña que había nacido estando él preso rondaba la cárcel pidiendo verle, no dudó ya. Cuando aquélla dejaba el pueblo, es que la cosa estaba encima. Le hicieron pensar en el indulto, y se agarró con furia a esta última esperanza de todos los desgraciados. ¿No lo alcanzaban otros? ¿Por qué no él?

En el Canadá, el telégrafo eléctrico, mucho más rápido que la electricidad celeste, hace circular de puerto en puerto el aviso de la tempestad que se prepara á recorrerlos todos. El gran consejero para el marino que se encuentra en alta mar, es el barómetro. Su perfecta sensibilidad revela los grados exactos del peso con que le oprime la tempestad.

La Maya está ardiendo!", se gritaba por todas partes; y era desgarrador el espectáculo que ofrecían los pacíficos habitantes de San Luis, muchos de los cuales tienen parientes y amigos en el pueblo incendiado. Los infelices asaltaron la oficina del telégrafo, y con súplicas y amenazas pedían noticias de los seres queridos.

Al anochecer, sólo se habló en la ciudad de la cogida de Gallardo: la más terrible de su vida. A aquellas horas se estaban publicando hojas extraordinarias en muchas ciudades, y los periódicos de toda España daban cuenta del suceso con extensos comentarios. Funcionaba el telégrafo lo mismo que si un personaje político acabase de ser víctima de un atentado.

En parangón de lo que hizo el siglo XVI, resulta inferior la obra de nuestro siglo, aunque no olvidemos ni dejemos de incluir en ella ciencias que pueden llamarse nuevas, tan importantes como la Química y la Filología comparativa, y descubrimientos tan ingeniosos y útiles como los del vapor para fuerza motriz, la fotografía, el telégrafo eléctrico, el teléfono y el fonógrafo.

Era simplemente el alambre del telégrafo eléctrico, alambre que, animado como nosotros por un fluido y un pensamiento, por el alma natural y social, atestiguaba la presencia de la civilizacion en el fondo de la selva solitaria.... Cada pueblo, como he dicho no ha mucho, se revela en su manera de adoptar los grandes progresos de la civilizacion.

Todos los oficiales de las diversas flotas sentados cerca de ellos disponían del cañón, del espolón, del torpedo, de las grandes velocidades, de la telegrafía aérea. Los valerosos arrieros del mar desafiaban al enemigo en buques indefensos, sin telégrafo y sin cañones. Registrando á todos los hombres de su tripulación, no se encontraba á veces un solo revólver.

El viejo, alto, recto y firme, como un poste del telégrafo, y un jesuita bajo y de edad mediana, eran los únicos varones que descollaban entre el consabido hormiguero femenil.

Lo que contaba Almudena era de lo que no se sabe. ¿Y no puede suceder que alguno sepa lo que no sabemos los demás?... ¿Pues cuántas cosas se tuvieron por mentira y luego salieron verdades? Antes de que inventaran el telégrafo, ¿quién hubiera creído que se hablaría con las Américas del Nuevo Mundo, como hablamos de balcón a balcón con el vecino de enfrente?

Con la rapidez con que se ven en el día de hoy desfilar los palos del telégrafo por las ventanillas de un tren, así vió pasar el rey Buby ante sus ojos, en su veloz carrera, el pavoroso cuadro de aquella cocina... Al calorcito de la lumbre oculta bajo el rescoldo dormía el temido D. Gaiferos, gatazo enorme, cartujano, cuyos erizados bigotes subían y bajaban al compás de su pausada respiración...