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Sigue siendo joven en la voz, en los ojos, en sus ademanes vivaces y torpes, pero va disfrazado de anciano. Este se alegra más que los otros de ver al príncipe. No cesa de alabar á la casualidad, que ha hecho venir á Lubimoff y que acaba de hacerle encontrar á don Marcos. Si tarda usted dos días, príncipe, no tengo el placer de verle. Me voy á mi tierra pasado mañana.

En temperamentos como el de nuestro mancebo, el fuego de las pasiones tarda mucho tiempo en prender, aunque a la postre causa grandes estragos. Pasaron tres años. Terminó la carrera de ingeniero que es breve y práctica en Inglaterra, y se determinó a visitar las principales fábricas de este país y de Francia y Alemania.

2 Y muchos seguirán sus perdiciones, por los cuales el camino de la verdad será blasfemado; 3 y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas, sobre los cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme.

¡Bien puede usted perdonarlo, mi amo manifestó el tío Leandro , porque este mozo no es más que una caballería salvo el alma que es de Dios y no de él...! Es que cavilo que si tarda un cuarto de hora más en nacer, nace ya con la albarda puesta... En fin, señor, que es una grandísima bestia... No hay más que verlo.

Abandonan el molino penetrados de una alegría profunda; se trasladan a la balsa para lavarse la cara y las manos, se ayudan mutuamente a limpiarse las ropas, y entran en la casa esforzándose por adoptar la expresión más inocente posible. Sin embargo, Martín no tarda en notar en sus labios leves movimientos que les hacen traición; los amenaza sonriendo, pero no les dirige la menor pregunta.

-Ya tarda en decirle vuestra merced, señor don Quijote -dijo el cura. -No querría -dijo don Quijote- que le dijese yo aquí agora, y amaneciese mañana en los oídos de los señores consejeros, y se llevase otro las gracias y el premio de mi trabajo.

¿Pero tanto vale esta dama? ¡Oh! ¡Oh! Decir ¡oh! vale tanto como si dijéseis: esa dama es para un acertijo. ¿Creéis que estoy enamorado? ¡Ayúdeos Dios, si vuestro mal no tiene cura! ¿Y sabéis que tarda don Rodrigo? ¿Qué tenéis que hacer? Mucho: por ejemplo, me urge ver á vuestro tío el cocinero de su majestad. Pues no podéis verlo esta noche. ¿Cómo? Va de viaje.

Recuerda su encuentro con un legionario que le llama y al que tarda en reconocer: ¡Atilio Castro! Un Castro que ya no sonríe irónicamente, que contempla la vida con gravedad y parece convencido ahora del valor de sus acciones. Como pertenecían á distintas compañías, ya no se vieron más.

Por fin, ha llegado la noche: merced a los anuncios de los periódicos y de los carteles, en los cuales se previene al público que si se tarda en los entreactos es porque hay que hacer, y que como la función es larga, no admite intermedio ni sainete; merced a estas inocentes estratagemas, se acaban los billetes al momento, y a la tarde están a dos, tres duros las lunetas.

Además el paso del ASCII original a sus diversas extensiones no tarda en convertirse en un verdadero rompecabezas, incluso en la Unión Europea, donde se plantean problemas como la multiplicación de las variantes, la corrupción de los datos durante los intercambios informáticos, la incompatibilidad de los sistemas o la visualización de las páginas web en un solo idioma a la vez.