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Pero mientras Fernando padecia entre los suyos estas cosas, el pueblo sufrió de los enemigos un gran estrago: porque apenas el enviado salió del campo contrario, cuando vió que se formaban en batalla, se aprontaban las armas y ponian al frente la artilleria.

Pero a este pudor se añadía en Marta la vergüenza de que se descubriesen sus manías infantiles y obstinadas como la del lustre, la de colocar los frascos del tocador con cierta simetría propia de un altar y otras tales que servían a los suyos para embromarla a la hora de comer. Por esto se empeñaba en hacerle salir tirando con fuerza de él.

Item, se advierte que no ha de ser tenido por ladron el poeta que hurtare algun verso ageno, y le encajare entre los suyos, como no sea todo el concepto y toda la copla entera, que en tal caso tan ladron es como Caco.

Estas y otras calidades distinguían a Pepe Ronzal, a quien Joaquinito Orgaz tenía mucho miedo. Tal vez sabía el de Pernueces que Joaquín imitaba perfectamente sus disparates y manera de decirlos. Además, Ronzal aborrecía a don Álvaro Mesía y a cuantos le alababan y eran amigos suyos. Joaquín era uña y carne del Marquesito el hijo del marqués de Vegallana y este el amigo íntimo de don Álvaro.

Llegado que fue Roque, preguntó a Sancho Panza si le habían vuelto y restituido las alhajas y preseas que los suyos del rucio le habían quitado. Sancho respondió que , sino que le faltaban tres tocadores, que valían tres ciudades. ¿Qué es lo que dices, hombre? -dijo uno de los presentes-, que yo los tengo, y no valen tres reales.

Hubo también, así en los tiempos antiguos como en los modernos, otros Nuezvanas, Ponces y Ebros insignificantes y oscuros; pero misia Melchora sólo considera como suyos a los que figuran en la historia.

Si examinamos ese gran período de la poesía europea, que termina en el siglo XVII, veremos que la corriente de la italiana se establece entre este último país y España, y que Boscán y Garcilaso, no sólo imitan con el mayor esmero al Petrarca en la forma de sus sonetos y canciones, sino que reproducen muchos pensamientos suyos y hasta versos enteros.

Los obreros, al hablar de don Fernando, ensalzaban el interés que mostraba por ellos. Aquel señorito era de los suyos. Sin el menor esfuerzo se llevaba la mano al bolsillo, para auxiliar á algún trabajador que por enfermedades de la familia se veía en trance apurado.

Los pensamientos sublimes, y la delicadeza y el primor del estilo, son prendas que pocos saben estimar. La gloria es casi siempre tardía para este linaje de hombres. Pocos semejantes suyos aciertan a comprender lo que valen.

Con muchas cuentas como ésta os ponéis rico. Vaya en paz vuesa merced dijo socarronamente al cocinero mayor. ¡A palacio! dijo Montiño á los suyos. Y se puso en marcha delante de ellos. El joven estaba aturdido. No de orgullo, sino por el contrario, de abatimiento.