United States or Paraguay ? Vote for the TOP Country of the Week !


Yo me aburría entre aquella gente, sin poder sacar sustancia de tan inaguantable confusión de voces diversas, ni de aquel laberinto de opiniones, de insensateces, de puerilidades, manifestadas en coro inarmónico, cuyo susurro hubiera enloquecido la cabeza más fuerte. Dije a D. Diego, que me marchaba, y él se empeñó en que le acompañase hasta el fin.

¡No puede ser! decía Ben Zayb; cállese usted... ¡no sabe lo que se dice! ¡Que no lo he de saber, puñales! ¡No sea usted tonto!... los ladrones debían ser más... ¡Hombre! el chupa-tintas éste... Tuvieron un buen altercado. Lo principal para Ben Zayb era no soltar el artículo, dar proporciones al hecho para que resulte la peroracion. Cortó la discusion un susurro.

Al dejar la muralla de la ciudad tártara, seguimos mucho tiempo caminando entre las cercas de los jardines sagrados que rodean el templo de Confucio. Era el fin de otoño; ya las hojas estaban amarillas; una dulzura suave erraba en el aire. De los kioscos santos salía un susurro de cánticos monótonos y tristes.

Cuando el sacerdote se aproximaba, la santa susurró al oído de la enferma, como secreto de ángeles, estas palabras: «Abre la boca». El cura dijo: «Corpus Domini Nostri, etc.» y todo quedó en silencio, y los párpados de Mauricia se abatieron, proyectando sobre las ojeras la sombra de sus largas pestañas.

En los corrillos del Senado se susurró por centésima vez que don Luis María de Ágreda terciaría en la discusión de cierto proyecto de ley. El pobre señor lo deseaba con toda su alma, pero no se atrevía.

Iba delante, y el señorito le pisaba casi los talones. Los mozos portadores del equipaje se habían adelantado mucho, deseosos de llegar cuanto antes a Cebre y echar un traguete en la taberna. Para oír el susurro que produjeron las hojas y la maleza al desviarse y abrir paso a un cuerpo, necesitábanse realmente sentidos de cazador.

Las flores perfumaban el ambiente y contribuían a realzar la gracia y el esplendor de esta escena de ricos muebles que la adornaban, y sobre todo las lindas sevillanas, cuyos animados y alegres diálogos competían con el blando susurro de las fuentes. En una noche, hacia fines del mes, había gran concurrencia en casa de la joven, linda y elegante condesa de Algar.

Por debajo del emparrado se veía una parte de la terraza, bordeada de naranjos y un trozo de la fachada con sus ventanas abiertas, animado todo por el susurro de innumerables insectos, borrachos de sol.

Pasó entre las mujeres, sin reparar en sus movimientos de curiosidad, satisfecha de las ojeadas y del susurro de sus palabras, como si todo esto fuese un homenaje natural que debía acompañar su presentación en todas partes. El traje de una elegancia exótica y el enorme sombrero destacábanse con realce chillón sobre la masa obscura de los tocados femeniles.

Faltábale tiempo de madurar el plan: lo que importaba era obrar con celeridad y no arredrarse ante obstáculo alguno. Se deslizó sin ser visto por la cocina, y subió la escalera a escape. Llegado que hubo a las habitaciones altas, residencia de los señores, de tal manera supo amortiguar el ruido de sus pisadas, que el oído más fino lo confundiría con el susurro del aire al agitar una cortina.