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Muchacha, trae dados. La joven salió y volvió con un cajoncillo en que había dos dados y un cubilete, los puso sobre la mesa y esperó con una inquietud de cierto género. Amigo Velludo, como nosotros somos dos, la jugaremos. ¡Jugarme! ¿y quién os ha dicho que yo quiero que me juguéis? Vamos, pues puedes evitar que lo echemos á la suerte dijo el alférez ; ¿cuál de nosotros dos te gusta más?

Llegaron los mensajeros y fueron recibidos con grande amor y cortesía, y fueron sentados á la mesa del cacique, cuyas viandas se reducían á raíces de cardos silvestres, que era todo su mantenimiento, y por gran regalo les ofrecieron un vaso de agua, porque había allí tal carestía, que cada uno estaba esperando la suerte de poder coger tanta cuanta cabía en la palma de mano, de un pequeño manantial que salía de un peñasco.

La suerte le había hecho audaz; realizaba jugadas con éxito sorprendente, y así como aumentaba su fortuna, transformábase en persona.

Al caer la rodaja de metal, se inclinó el oficinista para verla y dijo al estanciero: La suerte está con nosotros. También podemos tomar la pistola que más nos guste. Después los padrinos de Pirovani fueron en busca de éste para colocarlo junto á uno de los bastones escogido por ellos. El marqués y Watson condujeron á su apadrinado al lugar que marcaba el segundo bastón.

Se cantaba Los Puritanos, y aquél rebosaba de gente; de suerte que nos costó algún trabajo introducirnos y escalar uno de los rincones; pero al cabo llegamos. Teresa se encontró admirablemente y me pagaba los trabajos que había pasado para llevarla hasta allí con mil sonrisas y palabras amables.

El sentir que de su voluntad siempre tornadiza, impresionable y débil iban ahora a depender sucesos tan importantes, la suerte de varias personas, le sumía en una especie de pánico taciturno y desesperado.

A medida que el día se levanta, las montañas nacen, las perspectivas retroceden, los planos se destacan y se caracterizan; bandadas de pájaros de todos colores recorren el aire con toda suerte de vuelos y de evoluciones. Bien pronto la hora del trabajo puebla los senderos y los campos.

Para esto había nacido ciertamente; pero en ella, como en nosotros los hombres, la predestinación continuaba siendo una vana palabra. Estaba la pobre en el corral, lamentando su suerte, con la vista fija en el cielo, sin más distracción que ver agitados por el viento los blancos festones de su ropa inmaculada, y diciendo en la ignota lengua de las plumas: «No cómo aguanto esta vida fastidiosa.

Supimos por la gente de las naves, las discordias que, estando nosotros ausentes, habian nacido entre Diego de Abreu, sevillano, capitan, y Francisco de Mendoza, á quien el general dejó por capitan de la gente. Diego de Abreu intentaba privarle del gobierno, y resistiendo D. Francisco de Mendoza, creció el odio de suerte que, habiéndose alzado Abreu con el gobierno, hizo matar á Mendoza.

En los fenómenos de escitacion es necesario, por consiguiente, reconocer el predominio de la vida material orgánica sobre la de relacion; de suerte que las sales de amoníaco están poco indicadas en las personas nerviosas, inteligentes, vivas, y lo están mas en las que son blandas, frias ó entregadas á la vida animal.