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Unas puertas ostentaban el falo, para conjurar el mal de ojo; otras un par de serpientes enroscadas, símbolo de la vida familiar. En los rincones de las callejuelas, un verso latino grabado en el muro rogaba al transeúnte que se abstuviese de sucios desahogos. Vivían aún en las paredes de estuco caricaturas y monigotes, obra de los pilluelos del siglo de César.

También Paquito se arrojaba intrépido a las ondas de aquellos pequeños mares sucios, metidos entre esteras, y nadaba que era un primor, de pie sobre el fondo. A Alfonsín era preciso pegarle para hacerle salir, y la niña no entraba sino a la fuerza. Regresaban los cinco lentamente, los pequeños con apetito de avestruces, D. Francisco muy contento y también con propósitos de no desairar el almuerzo.

Las ramas de los árboles, cerniendo la viva luz del sol, mantenían en templada penumbra el pequeño prado; y de allí habían huído todos los insectos importunos y sucios, así como todas las aves impertinentes y casquivanas.

Poco tiempo despues se le puso en la cabeza la mania de no comer ni beber; y hubo ocasion de que pasasen tres dias sin tomar nada; hasta que acosada por el hambre, tomaba algo, empeñándose que los platos donde le mandaban las viandas no saliesen de su habitacion; de suerte que estos objetos sucios con otros, daban un olor insoportable á aquella morada, é imposible por tanto de aguantarlo.

El asno, fiel compañero del trapero, desfilaba en todas sus míseras variedades, tirando de los cajones, trotando bajo los varazos de las amazonas. Eran animales pequeños y sucios, de una malicia casi humana.

En cambio, no sólo puedes apaciguar tu sed en mi corriente, sino contar con mis servicios cuando el agua del cielo haya restablecido mis fuerzasEl pollito le respondió: «Puedo, pero no quiero. ¿Acaso tengo yo cara de criado de arroyos pobres y sucios?» «¡Ya te acordarás de cuando menos lo pienses!», murmuró con voz debilitada el arroyo.

Tiene canales, pero estos no reflejan obras de arte, sino en su mayoría ruinas y suciedad; sobre sus aguas no se pasean poéticas góndolas, templos del amor y del arte, sino sucias bancas tripuladas por no menos sucios remeros; no esponjan las plumas en sus orillas cisnes ni oropéndolas, mas en cambio invaden la corriente, que mentiríamos si dijéramos cristalina, sílfides chinas y bronceadas ondinas.

Con este desorden en el organismo, manifestó cierta volubilidad de carácter, completándose el cuadro del que los médicos dicen estado artrítico, amén de otros síntomas que llaman sucios, hasta que por fin estalló la enfermedad, fijándosele el dolor en un pie, que se le puso hinchado, de color rojo y con las coyunturas muy sensibles.