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Aquel espectáculo tiene una majestad imponente y sublime, que humilla y hace enmudecer en el primer momento, como una de las mas solemnes manifestaciones de la pujanza, la maravillosa eternidad reproductiva y los misterios de la naturaleza, siempre viva, trabajando y progresando aun bajo las formas en que se la cree muerta ó inanimada.

Pero me fastidia, sin embargo, pensar que las solteronas tienen un lado un tanto ridículo... ¡Qué idea, reclamar un marido con tanta insistencia y tan poca discrección!... ¡Bah! exclamé con más firmeza, me siento, con todo, una aptitud sublime para esa vocación tan desacreditada... Sin embargo, por complacer a mi abuela, consiento en poner toda mi buena voluntad al servicio del matrimonio.

Todo lo más sublime, creado en cualquiera esfera por un solo espíritu, existe por esa unión con lo que le ha precedido en el mismo género. ¿Cómo pensar siquiera, que llegase á tan supremo grado de perfección sin los trabajos de los que le precedieron?

Disto mucho más que de los encomios exagerados de Víctor Hugo y Emerson, del desdén y de las burlas de Voltaire y su imitador Moratin. Confieso que el análisis que hace Voltaire del Hamlet me ha arrancado varias veces lágrimas de risa: mas no por eso he dado nunca la razón a Voltaire. Ya que lo sublime lo bello, lo grande es lo que se presta a la parodia.

El rebuzno lo había dominado; su arco había llegado a hablar como la burra de Balaam; pero la inefable cantinela del amor, los ayes de la pasión sublime, los reservaban aquellas cuerdas para otro arco amante, no para el de Secades. El cual, ya maduro y desengañado, iba prefiriendo su otro oficio de zurupeto, y más atendía ya a la banca y sus gajes que al arte que meciera sus sueños infantiles.

Todo se pierde en el horrible caos del cerebro estallante, y sólo encuentra ¡luz única! -la patria por quién muere, triunfadora, sublime, resurrexa. Aunque flojo poeta, es uno de los precursores entre los filipinos. Nació en Manila, de familia acomodada, el 27 de Febrero de 1858. En el Ateneo de la Compañía se graduó de bachiller el 71.

Pero Juan Bou las había sublimado en su mente indocta, convirtiéndolas en una fórmula de brutal egoísmo. Según él, muchos miembros importantes del organismo social no tenían derecho a ser comprendidos dentro de esa designación sublime y redentora: ¡el pueblo!

Marché resueltamente por la calle y pasé por delante de la casa a paso lento, y hasta me parece que me detuve un instante frente a ella. Era verdad; ¡qué verdad tan sublime! Allí no estaba el malagueño. La calle, desierta; las ventanas, herméticamente cerradas. Pero era necesario que me convenciese bien, que gozase plenamente de aquella grande y sabrosa verdad.

Abominables tiempos, aún hay dentro de vosotros algo noble y sublime. Esto que en otras circunstancias hubiera sido ridículo, tratándose de D. Pedro, en aquellas me hacía estremecer. Bendito sea mil veces continuó doña María el único brazo que se ha alzado para vengar mi ultraje en esta generación corrompida, incapaz de un sentimiento elevado. Señora dijo D. Pedro adiós... voy a prepararme.

Mi vida se centuplica ante esta fiesta sublime de la Naturaleza, y se regocija de haber salido de la nada, tomando la execrable forma que hoy tiene. Para esto te han criado ¡oh mar!