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El sonido fuera de , no es sonido; no es mas que una simple vibracion del aire, producida por la vibracion de un cuerpo; el sabor fuera de , no es sabor; no es mas que un cuerpo aplicado á un órgano, y que le causa una modificacion, mecánica ó química; y lo propio se verifica con el olor.

El arte de la danza es importantísimo y serio. Los antiguos le estimaban como lazo de unión y como centro de todas las artes del espíritu, que llamaban música en su más lato sentido, y de todos los ejercicios corporales, que llamaban gimnástica. La danza además era ensalzada por su complexidad; porque en ella se combinan el sonido y la forma, el dibujo y la melodía, lo plástico y lo aéreo.

Antonia se acostó entonces sobre los pies de su prima e intentó calentárselos con su aliento a través de la sábana. Magdalena murmuraba algo entre dientes sin que lograse hacer salir de sus labios un sonido articulado. No es posible describir la angustia y el dolor que oprimían aquellos tres corazones.

En el tiempo que mide la sucesion de un sonido y de una vision, claro es que la idea del tiempo no puede ser ni la vision, ni el sonido, sino la percepcion de su sucesion, de su enlace.

Sobre un montón de cables, un emigrante de cabeza rapada movía el arco de su violín, sin que el más leve sonido llegase hasta el paseo donde rugían los cobres.

iQue dulce melodia es el sonido natural de la zampona campestre! porque, en estos parages, la vida patriarcal no es ciertamente una fabula de la edad de oro; el aire de la libertad no resuena aqui sino en las armonias de la flauta pastoral, y en el ruido sonoro de los cencerros del ganado que retoza en las colinas. iMi alma esta hechizada con semejantes ecos!... iQue no sea yo el invisible espiritu de un sonido melodioso, de una voz viva, de una armonia animada, qne nace y muere con el soplo que la produce!

«¡Al fin!...» ¡Cómo había deseado este momento!... Intentó quitarse el sombrero antes de hablar con la difunta, pero no pudo. No tenía manos, ni tampoco brazos. Pendían de sus hombros, pero ya no eran de él. Consideró como un detalle insignificante permanecer con el sombrero calado, y quiso hablar. Pero aunque hizo un esfuerzo extraordinario, no salió de su boca el más leve sonido.

El ayudante de marina pronunciaba las erres con la garganta, produciendo un sonido muy semejante a la jota. Hubo un murmullo en la asamblea de asentimiento y simpatía por la modestia que resaltaba en aquella proposición. ¿No está por ahí don Pedro Miranda? preguntó Peña, sereno ya, volviendo a adquirir la resolución militar que le caracterizaba. Aquí está... Aquí dijeron varias voces.

Pregunté, pues, a Adela a dónde iba y me respondió con una ligera e inocente sonrisa que era un gran secreto. Tal misterio, puedes creerlo, no me produjo la menor inquietud. Yo lo había olvidado ya cuando el último sonido de las palabras aún no había acabado de agitar el aire.

Estas voces favoritas han solido siempre desaparecer con las circunstancias que las produjeran. Su destino es, efectivamente, como sonido vago que son, perderse en lontananza, conforme se apartan de la causa que las hizo nacer.