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Dignísimo en su trato, su influencia se sentía en los salones, pero era la influencia de una sombra; jamás se impuso por presión o actos públicos; su pasaje era como subterráneo, latente, pero eficacísimo.

Mas no contentas las mujeres con tanta gloria, no satisfechas de inspirar sólo, han querido y debido escribir también, a fin de que una de las faces de nuestro espíritu, colectivamente considerado, no quede en la sombra, sin dejar rastro y sin dar razón permanente de .

Fueron así todas ofreciendo lo poco que tenían, lo único que les quedaba; y cuando la última vuelta de dados faltaba que dar, apareció una sombra más pequeña que las otras, con toda la cara y todas las trazas de Jacintito Esteven, trayendo un ave desplumada y malherida, y presentándola, dijo: Este es el trabajo; ábrale usted el vientre y encontrará dentro huevos de oro...

La realidad del despertar fué tan alegre para Ulises como dulces habían sido las horas de la noche en el misterio de la sombra. Estaba fatigado; sus piernas vacilaron al tocar el suelo, y al mismo tiempo nunca se había sentido tan fuerte y tan feliz.

Cuando el señor Hardoin, que había acechado la salida del joven, aprovechó su ausencia para poner a su vecina al corriente de los hechos del día, Liette se quedó un instante pensativa y una sombra alteró la serenidad de su frente. Esto es lo que yo temía murmuró. Aseguro a usted, querida amiga, que aquello fue para usted la ocasión de un verdadero triunfo. No hubo ni una nota discordante.

Por otro lado, pronto desaparecerá y para siempre de la constitución brasileña la triste sombra de la esclavitud.

Y en busca de los rayos de sol o de las rayas de sombra, la pobre señora no paraba un instante, llevando y trayendo las macetas. En la tarea de regarlas por la mañana y por la tarde, no sólo se ocupaba ella, sino que empleaba también a las criadas. Era uno de los quehaceres mayores de la casa.

El poeta sabe representarnos, como en un espejo mágico, con contornos bien determinados, hasta lo más recóndito é impalpable, hasta la imagen de la sombra del pensamiento.

Recorred los dilatados campos de Filipinas, y al encontrar el modesto bajay del indio, descansar un rato á la sombra del cogon ó la palma; estudiar la familia que guarece y veréis una pequeña colonia sujeta á la voz patriarcal del matandá, ó sea el más viejo. Donde éste pone su veto no hay réplica ni discusión, sino obediencia.

Algunos olivos que sólo contaban trescientos ó cuatrocientos años se erguían con una arrogancia de juventud, frondosos y exuberantes, tendiendo sobre el suelo su sombra ligera, inquieta, casi diáfana, una sombra de cristal empolvado que cambiaba de sitio según el capricho del viento.